sábado, 12 de mayo de 2012

LA MEDIOCRIDAD DE LOS GOBERNANTES PERUANOS

¿Tan mediocre es la clase gobernante?
En la Biblia, se cuenta que Jesús dijo "Perdónalos porque no saben lo que hacen" Y la verdad es que nuestros gobernantes no solo no saben lo que hacen, sino que tampoco saben lo que dicen
Por no saber lo que dicen los taraditos ministros de Defensa y del Interior, se han visto obligados a renunciar para evitar ser censurados.
Eso revela el alto grado de mediocridad de nuestra clase dirigencial.
Cómo seremos de mediocres, que las posibilidades de gobernar el país, son muy altas a favor de dos mujeres, que de política no saben nada. No tienen ninguna ideología y en consecuencia, ni la más remota idea de un programa nacional que nos saque de la crisis -absoluta- por la que pasamos en la actualidad. Los últimos gobernantes han hecho las cosas al revés, a partir del mediocre Alan García que estaba tan desubicado, que, en su primer gobierno, se subió a la carreta del socialismo, cuando el capitalismo avanzaba en un tren bala y a toda velocidad. Así el desubicado dejó pasar el tren de la historia y nos dejó mal parados.  En su segundo gobierno, Alan García se subió al tren descarrilado del liberalismo, cuando la mayoría quiere saltar del tren y salvarse como pueda y con ojo avisor, cualquier buen político se hubiera subido al ómnibus del socialismo, que es la opción de cambio con posibilidades de progreso, para el desarrollo sostenible de la juventud.
Sin embargo, el Perú sigue embarcado en el tres capitalista, pero no el capitalismo puro, sino en el tren que han asaltado los capitalistas salvajes, que han corrompido el sistema en forma absoluta, por lo que vivimos la corrupción en todos los ambientes y sectores, por lo que no hay sector del país, que no esté sumergido hasta el tuétano en la corrupción.
Hablando con un amigo, me propone una revolución, buscar a un hombre de coraje, que se atreva a hacer el cambio, pero disfrazando la palabra revolución, con otra más suave. y le tuve que contestar, comparando con la realidad, el último fracaso. Al disfrazar los objetivos, se morigera los términos y se busca al hombre de coraje, que no mencione la revolución, pero que no pierda de vista el objetivo revolucionario. Los peruanos creyeron que el hombre de coraje era Ollanta Humala, y aceptaron que el hombre disfrace su intención de gobernar con un lenguaje ambiguo, disfrazando su carácter revolucionario, y maquillar su lenguaje, hablando en la forma que le gusta a la derecha, con un plan de gobierno, u hoja de ruta ideal para los explotadores - que a su vez se han disfrazado de inversionistas- pero que siguen siendo los explotadores que narra César Vallejo en Paco Yunque, Manuel Scorza en Redoble por Rancas, el ecuatoriano Jorge Icaza en Huasipungo y el premio Nobel, Gabo García Márquez, en Cien años de Soledad, con la explotación de las bananeras. Una vez que ganó Ollanta se quitó la máscara y recién nos dimos cuenta que los engañados fuimos nosotros, los pobres, que vimos con pasmo, que Ollanta se quitó la máscara y en lugar de aparecer el lobo feroz que devore a los capitalistas, apareció el rostro de la Caperucita Roja, desnuda, con ansias de satisfacer los apetitos más voraces de los explotadores, que ven con fruición, cómo la Caperucita los complace en todo. Esa es la triste realidad de los peruanos, traicionados siempre y en todas las poses, desde que llegaron los españoles, y los indios los adoraron como enviados de Dios. Y si no sabemos lo que hacemos y si no sabemos lo que decimos, ¿Quién podrá defendernos? La mayoría cree que son los explotadores, como los indios que recibían con gusto las tiritas de tafetán y espejos, a cambio de su oro y su plata.

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