lunes, 3 de agosto de 2020

EL ITER CRIMINIS DEL PECADO ORIGINAL (GÉNESIS DE FILOSOFÍA DEL DERECHO)

EL  ITER CRIMINIS DEL PECADO ORIGINAL
(Génesis de filosofía del Derecho) 
En el capítulo 3 del Génesis podemos leer el diálogo entre la serpiente y Eva:
“La serpiente era la más astuta de todos los animales del campo que Yavé había
hecho”, sin embargo es necesario aclarar. Si Dios puso a todos los animales bajo
dominio del hombre, esa serpiente -por su condición de animal- no podía ponerse
en plano de igualdad y menos, superior al hombre. También sabemos que en el
mundo animal, el más fuerte se come al más débil y en esa realidad se estructura
una cadena alimenticia donde los más aptos se sobreponen a los demás; pero tal
razonamiento natural, se rompió al aparecer el hombre. Cuando Dios lo creó, lo hizo
superior a todos los animales. Dotado de sabiduría, inteligencia, libertad y voluntad,
quedó en evidencia que el cerebro es más poderoso que el músculo, la sabiduría
es superior a la fuerza. Saber es un poder y no hay nada más poderoso que la
sabiduría, por eso Dios creó un nuevo orden, cuyo objeto es mantener las
condiciones para que el ser humano domine la Tierra y cuanto ella contiene, y con
ello, sea posible la vida del hombre, como dominador de la naturaleza, por eso está
escrito: “Yo lo digo: ustedes son dioses”
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 Eso lo sabía la serpiente, por lo que no tuvo otra opción que romper ese nuevo 
orden, creado por Dios, y en tal situación, observó que la condición para poder
superar al hombre, no era otra que crear el desorden, que exige romper la unión
entre esas dos criaturas –Adán y Eva- y el círculo de confianza con su Creador, de
tal manera que le sea fácil superarlos como reyes de la creación e interferir entre
Dios y ambos, para manipularlos a su voluntad. 
Entonces ideó, elucubró, meditó, planificó y ejecutó su proyecto, que consistía
en dividir. “Divide et vinces”. Para dividir, no hay herramienta más eficiente que la
perfidia, y dentro de la perfidia, no hay método más eficaz que levantar falsos
testimonios y mentir. La serpiente estuvo al acecho para ver cuál era la pieza más
débil y en su análisis decidió que la mujer debía ser la más débil, por lo que decidió
que el medio a utilizar más idóneo para sus planes pérfidos, sería la sugestión, el
arte de la mentira, para doblegarles su voluntad. Si utilizaba la seducción,
despertaría los celos de Adán y en lugar de desunirlos, provocaría una mayor unión,
para defenderse de las provocaciones del tentador. En cambio, a través de la
sugestión, no tendría necesidad de actuar permanente y presencialmente al lado de
la mujer. Bastaba con pasos simples.  
Empezaría por sembrar la duda, para lo cual no hay nada más sencillo que
levantar falsos testimonios.  Luego que la duda ingresara en la mente de su víctima,
pasaría a destruir el orden social predominante en el entorno de su víctima y ya roto
el círculo de confianza del hombre con Dios, con una Eva, actuando sin orden ni
concierto, destruida su fe, con la duda creada íntimamente en la víctima elegida,
para la serpiente sería fácil insertar la idea sugerida, con un alto porcentaje de
certeza, y con la probabilidad que la nueva idea sugerida, Eva creería que es la
única verdad. Indudablemente, su plan quedaría concretado.  
                                            
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 Juan 10:34 
Así pues, la serpiente empezó a ejecutar su pérfido plan para sugestionar a Eva,
para poder dominarla y después, en alianza con ella, dominar a Adán, por eso dijo
a la mujer, con tono cargado de perfidia: 
¿Es cierto que Dios les ha dicho: No coman de ninguno de los árboles del jardín?”
En estos tiempos, es común escuchar la misma insidia en la mayoría de hogares 
modernos. ¿Es verdad que tu papá te ha dicho que él manda en esta casa y que
tienes que obedecerlo? ¿Es verdad que la profesora te ha dicho que la madre tiene
que ayudarte en las tareas que dejó para el hogar? ¿Es verdad que tu jefe ha dicho
que tienes que quedarte a trabajar horas extras? Y de inmediato se lanza la perfidia 
que desacredita la verdad y siembra la duda: “no le hagas caso, es un borracho”.
“no le creas, es un mentiroso”, “no lo repitas, es un chisme”, “es un abusivo” y así,
la víctima cree en la buena fe del pérfido y se quebranta la fe debida. Triunfa la
duda, la cual es muy difícil de despejar 
Ante la pregunta de la sierpe, Eva respondió:  
“Podemos comer de los frutos de los árboles del jardín, menos del fruto del árbol que
está en medio del jardín, pues Dios nos ha dicho: No coman de él, ni lo toquen siquiera,
porque si lo hacen morirán”. 
Aprovechemos esta parte del diálogo, para intuir cómo se ha estructurado una
norma, en la cual se nota la existencia de: (a) una facultad: “poder comer de los frutos
de los árboles del jardín”, (b) una prohibición: “no coman de él, ni lo toquen siquiera” y (c)
una consecuencia: “porque si lo hacen morirán”. La norma sigue el principio universal
de causa (potestad de un persona con autoridad para otorgarle una facultad para
hacer algo) – efecto (el poder hacer todo lo que no esté prohibido, para ejercer la
facultad que le ha sido otorgada para hacer lo que se tiene que hacer para cumplir
el cometido, objetivo o fin perseguido) y – consecuencia (el éxito, la satisfacción por
el deber cumplido, o el fracaso, la sensación de angustia, desesperación, castigo
por el deber incumplido: (a + b = c). 
Analizando el íter críminis del pecado original, inquirimos: ¿Qué poderosa
herramienta utilizó la serpiente para lograr que Eva desobedezca la voluntad de
Dios? Hoy, que tenemos casi todos los conocimientos en un ordenador, podemos
responder con certeza: la sugestión. El arte del engaño, ante el cual casi todos
terminan por sucumbir.  
Dice la Biblia: “La serpiente replicó:  
- De ninguna manera morirán. Es que Dios sabe muy bien, que el día en que coman
de él, se les abrirán a ustedes los ojos y serán como dioses y conocerán el bien y
el mal.”  
Aquí vemos como la serpiente utiliza con destreza la insidia, para introducir la
duda en Eva y así manejar la sugestión, la astucia para engañar a quienes carecen
de fortaleza moral para sostener sus argumentos, con lo que el dominador les hace
actuar de la manera como quiere. 
- “La mujer vio que el árbol era apetitoso, que atraía la vista y que era muy bueno
para alcanzar la sabiduría”.  
Eva sugestionada por la serpiente supuso que le estaba ofreciendo la posibilidad
de gozar un mismo nivel de igualdad con Dios. De la duda -en la fidelidad a favor
de una persona- a la traición, hay un solo paso. Eva, intuyendo que no disfrutaba
de las mismas oportunidades que tenía Adán, porque al haber sido creada de una
costilla del varón, no podía percibir -ni hacer- lo que sí podía el hombre, como aún
hoy, creen muchas mujeres, cuando en la realidad -y sin sugestiones- superan a
muchos varones, en el campo de sus actividades.   
“Eva tomó del fruto prohibido y comió; y se lo pasó en seguida a Adán, que estaba con
ella, quien también lo comió. Entonces se les abrieron los ojos y se dieron cuenta de que
estaban desnudos (tomaron conciencia de su estado) y se hicieron unos taparrabos”.  
En este párrafo podemos apreciar que los planes de quienes obran apartados
de Dios, fracasan. La serpiente quedó atónita pues no logró su propósito, porque
quien obra sin la bendición de Dios fracasa en sus proyectos. Adán y Eva también
descubrieron que fueron estafados, que las cosas no salieron como esperaban.
Decepcionados por el fracaso, se avergüenzan al ver que fracasaron sus proyectos,
y no les queda otra alternativa que taparse, para no quedarse en un estado
humillante e intentaron encubrir esa humillación. Se taparon, como sea para, que
no se note que se habían quedado desnudos, sin nada que oculte su vergüenza. 
“Oyeron después los pasos de Yavé que se paseaba por el jardín, a la hora de la brisa
de la tarde. El hombre y la mujer se escondieron (tomaron conciencia de su culpa), para
que Dios no los viera, entre los árboles del jardín”.  
Eso es lo que hace toda persona que delinque, esconderse lo más rápido
posible, para no dejar huellas del hecho criminoso y así impedir que se sepa quién
fue el que realizó ese hecho o acto vergonzoso.  
“Yavé Dios, llamó al hombre y le dijo: “¿Dónde estás?”.
 Dios sabía perfectamente dónde estaba la pareja. La pregunta no busca saber 
el lugar en donde se encuentra instalada tal persona  La pregunta busca el diálogo,
revela el interés de Dios, que va en busca del ser amado y lo interpela, para saber
por dónde andan sus pensamientos, en qué lugar se ubican sus sentimientos, por
dónde vagan sus pasiones y divagan sus emociones, pero Adán que no tiene ni la
menor idea de lo que busca Dios, responde ingenuamente: 
“Oí tu voz en el jardín  y tuve miedo, porque estoy desnudo, por eso me escondí.”:  
En este relato podemos corroborar la reacción de quien realiza un acto criminal:
“tuve miedo” Con esa respuesta queda claro que el poder del enemigo, está en el
miedo. El temor hace ir a la persona en contra sus propios intereses, caer en el
desorden y hacer lo que no quiere hacer, inclusive atentar contra su propio porvenir,
su propia existencia. Por eso, en la Biblia, por casi mil veces, se repite la invitación
a la confianza: “No temas”, a fin que el hombre, liberado del temor, logre su propia
entelequia y ser -junto con su prójimo- dioses, a imagen y semejanza de su Creador. 
 “¿Quién te ha hecho ver que estás desnudo?
 Esa pregunta revela el conocimiento absoluto, como atributo de Dios. Las 
respuestas de las personas, le permite saber en qué circunstancias se encuentra.
Él creó al hombre desprovisto de toda malicia y por ende, Adán no ocultaba nada, 
inocente de todo prejuicio. Sicológicamente, el individuo tiende a tapar lo que no
quiere que los otros vean, sepan o conozcan. El niño inocente, no encubre nada.
Muestra todo como está, sin tapujos, pero cuando el entorno social lo llena de
prejuicios, tapa todo aquello que los demás le han enseñado a ocultar, debido a la
malicia que existe en todos los descendientes de Adán y Eva. Por eso Adán no pudo
ocultar su estado de desnudez, que antes no conocía, ni tenía por qué saber. 
En nuestra sociedad actual, vemos cómo el delincuente encubre sus actos, se
tapa el rostro con capucha u otro adminículo para ocultar sus intenciones malévolas.  
El funcionario público encubre sus actos innobles, bajo el disfraz de autoridad
cumplidora de su rol. Ninguno responde a la interpelación divina: ¿Dónde estás?
Así, por ejemplo, en el sismo del 2007, en Pisco, El Presidente García creó al
FORSUR, como ente gubernamental que sobrepuso por encima del ente creado por
ley, para atender las necesidades de la población en casos de emergencia, al que
se denominó “INDECI”, y el ente sobrepuesto, FORSUR, para la reconstrucción de
Pisco, no tuvo otro objeto que facilitar al gobierno, los medios idóneos para lograr
los fines perseguidos: robarse los dineros del Estado. Luego García se encargó de
hacernos creer que creó esa institución –en manos de gente torpe- para bien del
pueblo. Nunca dio respuesta a la interpelación: ¿Dónde estás?, ¿Quién te ha hecho
ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol que te prohibí? 
Lo mismo pasó con el presidente impuesto, Martín Vizcarra, quien, sin consultar
con nadie, promulgó el Decreto Legislativo N° 1393, con el ropaje u objeto de
"Establecer acciones de interdicción con la finalidad de combatir las actividades ilegales en 
pesca y las relacionadas a ellas para contribuir a garantizar la sostenibilidad de los recursos
naturales”, pero con la malévola intención de adicionar el artículo 78-A, a la Ley Nº
25977, estableciendo una legalización de la extorsión en contra de las personas
comprometidas en la actividad pesquera, que supera la seguridad jurídica
establecida por la Ley Nº 26979, Ley de Procedimiento de Ejecución Coactiva, cuyo
TUO fue aprobado por D.S. Nº 018-2008-JUS, y es utilizado como instrumento para
abusar del derecho, violando inclusive las leyes que contiene nuestra Constitución
Política, que deja en evidencia cómo una persona diabólica, puede utilizar la ley,
con fines innobles. En este caso, Martín Vizcarra, tampoco dio respuesta a la
interpelación divina: ¿Dónde estás?, ¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo?
¿Has comido acaso del árbol que te prohibí? 
Por lo general, el político esconde sus malas intenciones bajo el manto del
aparente sacrificio de su vida y hace creer que todo lo hace en favor del pueblo, que
casi siempre termina por ser el mismo que gobierna. Pero, cuando se descubre la
verdad, cuando se le destapa y queda al desnudo, busca desesperadamente con
qué taparse y al igual que Adán, que se escondió al darse cuenta que estaba
desnudo. Hoy día el descaro suple a la vergüenza y ya los gobernantes no se
esconden tras descubrirse sus fechorías, como demostró Martín Vizcarra quien
muestra la cara con todo cinismo, para sostener que comete sus latrocinios en
agravio del Estado, pero que no se esconde como los otros que gobernaron antes
que él. 
Los delincuentes de hoy, tapan su desnudez echando la culpa a otro, (como el
ex presidente Toledo) se guarecen tras la figura de otro (como el cobarde Ollanta 
Humala, bajo las faldas de su mujer), se esconden bajo el manto de “autoridad”, de
la representación popular (como los apristas y fujimoristas en el Congreso), y
terminan por amenazar o asesinar a quien tuvo el coraje de quitarles el disfraz con
el que ocultaron sus fechorías (Como Humala en Villa María, o Urresti, quien busca
en la elección congresal la forma de eludir el juicio por el asesinato del periodista
Hugo Bustíos Saavedra.). 
- ¿Has comido acaso del árbol que te prohibí?- Preguntó Dios.
 En esta escena apreciamos el reproche directo por el hecho realizado, no por 
la conducta. Dios sabe la verdad, pero pone a prueba la fidelidad de Adán, cuya
demora en responder a las preguntas provoca cólera, pero la inacción es cuestión
de conducta y Dios no puede reprimir a una persona por su carácter, que él mismo
ha creado como sello distintivo de la personalidad, porque sería cuestionarse a sí
mismo: ¿Qué he hecho?  
En consecuencia, la pregunta es un reproche que se dirige al autor del hecho
por el cual éste tiene que responder. Su respuesta dejará en evidencia si existe
arrepentimiento por haber hecho lo que hizo, si existe propósito de enmienda y si
manifiesta dolor de corazón, como para que merezca ser perdonado. Adán
respondió:  
- “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí”. 
Adán se muestra cobarde. No responde por sus acciones. No afronta como 
hombre lo que ha hecho y busca a quien echarle la culpa de su falta, no hay pues,
reconocimiento de haber cometido el hecho, ni arrepentimiento, ni propósito de
enmienda, ni dolor de corazón. Es una respuesta cobarde; por eso no merece
perdón. 
Yavé interpeló a la mujer: 
- “¿Qué es lo que has hecho?”  
Y la mujer respondió:  
- “La serpiente me ha engañado y comí”.  
Lo mismo. Eva acepta su conducta, comió porque fue engañada, pero no
reconoce su participación voluntaria en el hecho, pretende justificar sus actos
negando su participación en la realidad de los hechos y se niega a responder por
su acción violatoria del orden, establecido por Dios. 
No afronta como mujer lo que ha hecho y busca a quien echarle la culpa de su
falta, tiene miedo, y elude reconocer que cometió el hecho contrario al mandato
divino, no hay arrepentimiento, ni propósito de enmienda, ni dolor de corazón.
Tampoco merece perdón. No sabe que para Dios, confesarse autor del hecho y el
simple propósito de no volver a hacer lo que está prohibido, genera su inmediato y
automático perdón. 
Este inmediato y automático merecimiento del perdón de Dios, nos invita a 
hacer un análisis de la ruta del pecado original, desde un punto de vista jurídico
penal. 
En todo plan delictivo, existe lo que se llama la “ideación” es decir la idea
primaria que el delincuente trae a su mente para lograr el fin perseguido. ¿Qué es
lo que quiero? ¿Quién lo tiene? ¿Cómo lo obtengo? ¿Quiénes pueden ayudarme?
¿Qué necesito para obtenerlo? ¿Cuál es la ruta de escape? 
Lo que quiere la serpiente –en el Edén- es la voluntad y la libertad de Adán y
Eva, porque son los atributos con los cuales Dios lo ha creado -son instintos
naturales con los cuales lo hizo superior a los animales- y la tentadora serpiente
sabe que si se los arrebata, lo tendrá bajo su dominio, podrá colocarse por encima
del hombre y mantenerse entre éste y Dios, quien lo creó en su remplazo. De tal
manera que pueda interferir entre ese hombre que somete bajo su voluntad y Dios,
y así nadie puede impedirle interferir en la relación hombre- Dios. Su éxito está
asegurado. De ahí en adelante la persona humana no verá la realidad, sino las
apariencias que la serpiente quiere que veamos, sometida nuestra voluntad y
nuestra libertad, a lo que ella nos haga ver y hacer.  
En nuestro mundo actual, el bien querido por el delincuente es el botín, lo que
tiene el otro y que el ladrón o envidioso no tiene. 
Todo envidioso sabe que la mejor manera de vencer al envidiado es separarlo
de su familia, sus amigos, de aquellos que pueden prestarle ayuda, de los que lo
pueden defender de sus argucias y ataques. 
Entonces el astuto enemigo idea de qué manera separar a Dios de la mujer: “si
permanecen unidos, no podré lograr mis propósitos, pero si logro sembrar la desconfianza, 
puede que tenga éxito y así fue como se crea la primera regla para poder dominar al
hombre: “Divide y vencerás”.  
Seguidamente, la serpiente pasa a la segunda etapa: la elucubración.
¿Qué puedo hacer para separar al hombre, de su Creador?, se pregunta el 
enemigo, (En la segunda etapa del proceso criminal -la elucubración- el delincuente
pregunta: ¿Cómo alejo a mi víctima de quienes pueden ser testigos?) así que arroja
la pregunta, destinada a un diálogo que permita sugestionar a Eva y así, con
perfidia, desconfíe de lo que ve y de esta manera siembra la duda, levantando falsos
testimonios:  
“¿Es cierto que Dios les ha dicho: No coman de ninguno de los árboles del jardín?” 
En el ejercicio de mi profesión, es la forma sistemática e insidiosa como
preguntan los fiscales y jueces dogmáticos, los cuales, como la serpiente, lleva
ínsito el pecado de levantar falsos testimonios: ¿Es cierto que tu Dios ha creado un 
orden único en el que puedes ejercer tu derecho como creatura de Dios, pero que ese Dios,
ha limitado tu voluntad y te ha impuesto el yugo, “no comas de ese fruto” que él puso para
tentarte, pero que no puedes comer para satisfacer tus necesidades y te prohibió que lo 
comas, pese a que está a tu alcance, sin nadie que lo vigile?
Toda pregunta obliga a una respuesta. Saber responder correctamente, es ser 
responsable. Eva, no se pudo quedar callada y responder “no te conozco” y voltear
la cara, como hacen las mujeres de hoy, cuando el que les dirige la palabra es un
muchacho feo y encima pobre. Pero, la pregunta es directa, por lo que Eva responde
con absoluta confianza en Dios. Si acaso hay algo malo en esa conversación, Dios 
vendrá a rescatarla de la serpiente desconocida, puesto que los creó -a ella y su
pareja- como seres superiores a todos los animales y ese reptil desconocido,
también debe someterse a la voluntad de ella, como reina de la creación, por lo que 
responde:  
- ¡No es cierto! “Podemos comer de los frutos de los árboles del jardín, menos del
fruto del árbol que está en medio del jardín”  
Ella aún confía en Dios. Tiene todos los miles y millones de árboles que
fructifican en la Tierra para comer, por lo que no hace falta que coma de ese árbol.
Hasta aquí, la mujer no falta a sus deberes de amor y fidelidad. Sabe que Dios le
ha dado los atributos de la voluntad y la libertad por lo que su conducta es la de una
persona normal que no tiene miedo, ni límites, para hablar con la serpiente. Cree en
Dios y lo que le ha dicho es una manifestación de voluntades entre dos personas
que se tienen mutua confianza, por lo que no puede faltar a su compromiso de
someterse a la voluntad del Padre, así que  responde a la confianza. 
La astuta serpiente, sospechando que pierde la sugestión, inmediatamente
replicó: 
- “De ninguna manera morirán”. 
(Desarrolla su plan siniestro. conoce a Dios y sabe que no destruirá lo que él
mismo ha creado)   
- Es que Dios sabe muy bien, que el día en que coman de él, se les abrirán a ustedes
los ojos y serán como dioses y conocerán el bien y el mal.” 
¿Quién no ha escuchado esa frase intrigante en los pleitos de chismosas y
cínicos: (Ese o esa…) “sabe muy bien, que…”,  y se lanza la afirmación con valor
de verdad asertórica, convencido que quien la escucha caerá sugestionada por el
tono de su voz.  
Eva, ingenua y fácilmente sugestionable, cae en la duda y comienza a cavilar.
¿Será verdad que si como de ese fruto, se me abrirán los ojos y seré como dios y
conoceré el bien y el mal? 
Eva no se percató del engaño. No tuvo capacidad de reflexión para comprender
que si Dios los creó a su imagen y semejanza, es una verdad contundente que ella
y Adán, fueron creados dioses desde el origen, por lo que no necesitaban comer del
fruto del árbol prohibido para ser como dioses. Un abogado prudente notaría que –
obviamente- el árbol prohibido tenía otro objeto. 
En verdad, Adán y Eva tenían los ojos tan bien abiertos que conocieron a todos
los animales y le pusieron nombre a cada uno. Es un principio lógico: Si lo nombras
es que lo conoces. No había venda que les ocultara la verdad. Vivían en la luz, nada
les era oculto. Tenían ojos para ver y oídos para oír. ¿Cuál de las realidades del
momento no podían ver o conocer? Ninguna. Pero la serpiente logró mentir y
sembrar la duda ahí, donde la verdad estaba al descubierto y no hay por qué dudar.  
El conocimiento del bien y del mal, se llama discernimiento y Dios creó a Adán
y Eva, con discernimiento propio. Dotados de voluntad y libertad nada, ninguna otra
cosa creada podría limitarlas, -en este caso, con excepción del fruto del árbol que 
Dios reservó para enseñarles que esa voluntad y esa libertad de la cual goza cada
uno, terminan ahí donde comienza la voluntad y libertad reservada para otro,- de tal
manera que en el orden establecido desde el principio, el derecho a la libertad sólo
está condicionado al respeto de lo que está reservado para los otros. Los que no
ves, pero que tienen derechos.  
Es decir, el fruto prohibido no era una prohibición como la entendemos ahora,
sino una condición, para que se cumpla a cabalidad el pacto o contrato celebrado
entre Dios y la pareja original. 
Esta facultad que tiene el ser humano de usar y disfrutar de su libertad- de la
que ha sido dotada toda persona desde el momento de su concepción como un
derecho inherente a su dignidad- es consustancial con su propia vida, por lo cual
nadie puede menoscabarla. No es posible gozar de la vida, sin la libertad. Eso es
un derecho que nace de la naturaleza misma del hombre, de su dignidad como
creatura de Dios. (Dignidad = digno de Dios).  
Esa libertad solo puede ser valorada por el hombre que teme a la esclavitud,
que sabe que no puede existir algo más terrible que no poder hacer lo que uno
desea, sin que haya otro, por encima, que lo controle, que le diga lo que puede
hacer o que está impedido de hacer. De tener que comer lo que otro le da y tener
que hacer lo que otro manda. Y que -ese que manda- lo trate con desprecio
diciéndole: ¡Yo lo quiero. Yo lo mando. Aquí entre tú y yo, no hay más voluntad, ni
más libertad que la mía! 
Pero junto a esa libertad que recibieron Adán y Eva, también aceptaron una
condición, que se debe cumplir, que deriva de la expresión “menos de…:” (…el árbol,
…la vida ajena, … los bienes ajenos, …la mujer ajena, …la pureza infantil, … el honor de
los padres, etc.)  
Actualmente, los seres humanos gozamos de libertad para hacer lo que la
persona quiera, pero esa libertad no puede sobrepasar los límites de la condición,
(por ejemplo, respeto del derecho ajeno) la misma que se debe cumplir
necesariamente. El juicio de Salomón, nos pone ante la vista el ejemplo: Somos
libres para manifestar el amor más intenso, más sublime por otra persona, pero es
imposible exteriorizar ese amor, en detrimento del derecho ajeno, robando al objeto
de su amor, del lado de quien merece ese sentimiento por derecho propio, inclusive
levantando falsos testimonios o mintiendo. 
Todo es permitido, pero como no todo es provechoso, para proteger a la persona
humana de las posibles consecuencias que pueda causar un efecto dañoso para su
vida, se previene el uso de cierto tipo de acciones. Es decir, lo que no es provechoso
o tiene efectos dañinos, queda prohibido. Eso también es derecho natural. 
Cuando uno de los padres dice al pequeño hijo: “¡No hagas eso!” no lo está
amenazando, le está previniendo, le está advirtiendo que se expone a un peligro,
que su libertad y correlativa seguridad está amenazada. Implícitamente toda ley
contiene la prevención: “¡Alerta!”,  “¡Alerta!”. Hay que mantenerse alerta ante los
efectos dañinos que un mal uso de la libertad puede acarrear; por lo que la
prevención está condicionada al cuidado de la vida. La propia, la ajena: ¡No hagas 
eso!, está ligado implícitamente al efecto causal. “Si lo haces, te vas a caer”. “Si
haces eso, te vas a quemar”. “Si sigues jugando con el cuchillo, te vas a cortar”. Etc.  
Ese es el sentido de la prescripción  “no coman de él, ni lo toquen siquiera”.
Siguiendo el principio de justicia: “do ut des”. Te doy para que des. Te doy la vida a
condición que se la des a tu prójimo. Te doy la libertad, pero a condición que tú se
la des a tu prójimo. Los límites que condicionan tu vida o tu libertad, consiste en
respetar lo que  pertenece al otro. Tu derecho a la vida, a la libertad, a la seguridad,
o lo que sea, termina donde comienza el derecho ajeno. “No quiero que comas del
árbol que me reservo para otros. Ni siquiera lo toques.” Quiero que aprendas: hay que 
respetar lo que es del otro, de los que vienen después de ti, del que no piensa como
tú, del que no siente como tú, del que no vive como tú, pero es tu prójimo. 
Eso pasa entre los microbios, entre los insectos, entre los elefantes, entre las
ballenas, entre las plantas y entre los hombres, lo que se puede probar
científicamente, por lo que nadie puede negar que es de derecho natural. 
La norma lleva consigo, ínsitamente, la posibilidad de sufrir en sí mismo, la
consecuencia que el protector no quiere que pase: “porque si lo hacen morirán”, es
la alerta que da Dios, para evitarnos un daño mayor, pues la promesa del Creador
es que uno viva y no que muera. 
Esa posibilidad no es un castigo, no es la amenaza de un verdugo, sino la
conformidad de un juicio hipotético, una advertencia, una prevención: Si el disfrute
de la libertad de uno afecta la facultad de otro a igual disfrute, que puede traer una
consecuencia negativa -un daño para el otro o para quien abusa de la cosa-
entonces está vedado, debe ser prohibido.  
El uso de una droga puede dar una sensación de bienestar, pero su consumo
excesivo es causa de graves perturbaciones en el cerebro de la persona, por lo que
debe ser prohibido. Como se ve, la prescripción tiene como fin la vida, la protección
de la vida del hombre en la sociedad, el establecimiento de un orden social y jurídico
para que el hombre pueda vivir, y no como piensa Kelsen, que mediante la ley, se
reprima la conducta humana para permitir la existencia del Estado, por encima de
la existencia del individuo. 
De esta manera entendemos por qué se dice que una persona humana es
sujeto, porque desde su origen, el ser humano –a diferencia de los animales,
vegetales y minerales- está sujeto a derechos y deberes. 
Derechos y deberes que deben ser respetados o de lo contrario, ciertamente
moriremos. La razón es simple. Así como existen normas  eternas e inmutables que
regulan la armoniosa paz del Universo, y hace posible la existencia de los distintos
sistemas planetarios, a las personas se nos ha dado normas para establecer un
orden social, teniendo como fin la paz, porque sin orden ni paz, es imposible que
pueda existir la vida en el mundo.  
Por tal razón, las normas no pueden ser alteradas por la voluntad de los
individuos. Sólo un déspota puede arrogarse para sí la voluntad de todos en su
propia voluntad. Inclusive los reyes más poderos sometieron su poder a la voluntad 
de Dios, como el ser supremo que les concedió esa autoridad, o de donde emana
su autoridad. 
Si un planeta cualquiera se sale del orden establecido y se estrella contra otro,
originaría el caos y la destrucción de toda existencia. Un ejemplo, son las películas
sobre los muertos vivientes (zombis) en las que vemos seres que carecen de leyes,
viven con el único fin de tragar y no están sujetos a deberes ni derechos, por lo que
son agentes de su propia destrucción. Sólo viven para tragar y cuando terminen de
tragarse todo y no exista más a quien tragar, el último se extinguirá por falta de
carne. Por eso se dice que Dios quiere que el hombre viva y no que muera. 
La serpiente logró su propósito inicial de romper el estado de confianza entre el
Creador y sus creaturas. De ahí en adelante, todo lo que el hombre verá será
apariencias, sugestiones diabólicas, como detrás de una lente infernal que muestre
al ser humano lo que la serpiente quiere, para que no vea lo que es la voluntad de
Dios. Él creó a Adán y Eva inocentes y, como no conocían la mentira, no les hizo
desconfiar de los mentirosos y así le facilitó el trabajo a satanás, otorgándole el
poder para sugestionarlos y con ellos a toda su descendencia.  
Inevitablemente, somos herederos de una raza sugestionable y por eso mismo,
no sabemos distinguir lo que es una apariencia de lo que es la realidad. No
distinguimos el bien, de su apariencia y así nos equivocamos cuando, por ejemplo,
un gobernante hace su maldad, afirmando que está haciendo el bien para que el
pueblo no sufra, por cualquier causa deleznable. No distinguimos la solidaridad de
su apariencia, como se aprecia en el pasaje de la Biblia en que el fariseo  oraba:
“Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones,
injustos y adúlteros, o como ese publicano… ”  
En la etapa de la planificación, el engañador es muy cuidadoso, para impedir
que un error, una falla, sea detectada por su víctima. En el caso de Eva, en ese
momento se encontraba en la mejor disposición para sugestionarla. “la mujer vio que
el árbol era apetitoso, que atraía la vista y que era muy bueno para alcanzar la sabiduría”.
En este momento Eva decide que el tentador no la va a obligar a hacer lo que ella
no quiere. “Cuando la mujer dice no, es no.”  
La astuta serpiente no la presiona, ya sembró la duda en ella y Eva se convence
que no hay imposición, que no la obligan a hacer la cosa por la fuerza y deja el
estado de alerta y así, sin darse cuenta, se deja sugestionar. Si la serpiente hubiera
insistido, la hubiera rechazado y se hubiera ido a otra parte. La mirada silenciosa de
la serpiente, termina por romper su última resistencia. Dios no está, la serpiente no
la obliga, Adán está callado, no viene nadie para impedirle que mire el fruto o
salvarla de un momento de debilidad. Mira y la curiosidad la lleva a dar un pequeño
gesto en su mente y elucubra. “A nadie le hago daño con mirar”, “ver no es comer”,
y se entretiene mirando el fruto que está puesto ante su vista y se da cuenta que
también está a su alcance. Si Adán le hubiera dicho, vámonos, se iba con él. Pero
no dice nada. Está sola ante la posibilidad de pecar. Muchos delincuentes primarios
están en la misma situación. Van acompañando a otros más avezados, y esperan
que alguien llegue antes de cometer el hecho delictivo y los salve de su ejecución. 
Con la voluntad vencida, ejecutan el acto innoble, sin posibilidad alguna de
desistirse de cometerlo. 
Eva piensa: ¿Y qué tal si ese fruto es muy bueno, para alcanzar la sabiduría?
En este momento la serpiente sabe que su pérfido plan funciona, que Eva inclina su
voluntad para probar el fruto, pero no realiza ninguna acción. Sabe que la mujer ya
está dominada por su sugestión, sopesando la posibilidad de comer el fruto
prohibido. Cualquier acto de su parte, podría precipitar en el fracaso su proyecto. 
Eva tampoco hace algún movimiento, ninguna acción que podría cambiar el
mundo. Todo queda en su interior, dentro de su mente, no hay cambios exteriores.
Hasta ahí no ha pecado.  
Para Kelsen y otros teóricos dogmáticos del derecho, que juzgan la conducta y
no la acción, ya se puede imputar la conducta de Eva como pecadora. Es una mala
mujer, que ha faltado a su deber de fidelidad con su Creador y está coqueteando
con la serpiente. No respeta la voluntad del Creador, sino que quiere hacer lo que
le da su gana, actuar por su cuenta. Ese “va por su cuenta” es lo que significa la
palabra “zurreng”, que Kelsen, por la dificultad de explicarlo, lo traduce en
“imputación”, que resulta una mala traducción del francés y que tampoco Kelsen
tiene interés en explicarla. 
Estamos viendo cómo, contra la norma integradora creada para la cohesión
social en procura de la protección del grupo social y su sobrevivencia natural, las
fuerzas disociadoras, aquellas que distorsionan la verdad para medrar a expensas
de los inocentes –los que carecen de mecanismos de protección contra la malicia- 
esas personas que creen que todos son tan buenos como ellos, no se ponen en
estado de alerta ante el ataque soterrado que va en perjuicio de sus propias
convicciones o de sus intereses.  
Salvo los casos en que se presentan leyes injustas, nadie puede poner en duda
que existen estafadores, gente malévola, carente de principios morales, que
destruyen el orden establecido y menosprecian las leyes para darle rienda suelta a
sus apetitos malsanos e imponer sus propias leyes, a la fuerza.  
Odiadores del orden, desobedecen las leyes y quieren que los demás hagan lo
mismo para lucrar con toda libertad –o libertinaje- en el río revuelto, sin tener que
enfrentar al sistema de justicia que los prive de su libertad. A mi parecer Kelsen crea
su teoría “pura!” para establecer un sistema aparente de justicia, en que los
odiadores del orden establecido por el derecho natural, tengan una herramienta
legal, que los faculte dar rienda suelta a sus apetitos malsanos e imponer sus
propias leyes por la fuerza de las armas, que les brinda tener el control del Estado.  
Así pasó con Calígula, Hitler, Mussolini, Lenin, Mao, Fidel Castro, Hussein y
tantos líderes mundiales, que creyeron que estableciendo su propio orden,
terminaban con toda clase de injusticias, sin entender que ese tipo de ideologías
jamás ha funcionado, por una simple razón, que vine a descubrirla durante la 
detención domiciliaria para prevenir el Covid 19, que: “Si Dios no bendice la obra
2
,
en vano se cansan los obreros”. 
Los inocentes todo lo creen -Creo que por eso el catolicismo estableció el “Día
de los inocentes” -porque esos seres no disciernen entre el bien y el mal- y por eso
mismo, no tienen  capacidad para diferenciar entre la verdad y la mentira. No
analizan los argumentos de quienes construyen una realidad fraudulenta, un
embuste, una trampa, una calumnia, una simple apariencia y así es fácil que caigan
en alguna trampa de esos calumniadores, borrachos y estafadores, por eso
necesitan un grupo organizado que los defienda, como por ejemplo, los defensores
de los Derechos Humanos, la OEA, la ONU, etc., que defienden la dignidad de la
persona humana a la que consideran principio y fin de todo orden social, de las
asechanzas de los estafadores y demás odiadores del orden jurídico. 
Sabiendo que los inocentes todo lo creen, el timador, el estafador, el embustero,
el calumniador, hacen afirmaciones asertóricas a fin de vencer la resistencia del
contrario. Y el inocente no sabe sopesar las circunstancias reales que nos muestra
el mundo: el hecho sugerido, aún permanece en el estado larvario de lo posible, que
no logra pasar al estado de lo probable y resulta imposible que llegue a ser evidente.
Es decir, se encuentra en el estado mental de la duda- lo que “puede ser o no puede
ser”- pero igual, el estafador lo da por cierto con todo grado de certeza, o de lo
contrario, no lograría sugestionar a su víctima. 
La pandemia del Coronavirus del año 2020, nos muestra cómo una sugestión,
se puede convertir en histeria colectiva, en que todo el planeta se asustó por un
virus poco letal, pero muy contagioso, que logró sacar a flote lo peor y lo mejor de
la conducta de cada uno. 
El coronavirus es eso, un virus, un ser microscópico menos letal que
enfermedades como la tuberculosis, el cáncer, el VHS, pero sacó a relucir el miedo
de los cobardes y el temor a ese insignificante virus, paralizó el planeta ante la
posibilidad de ser contagiado, sin reparar que Dios protege a los suyos y sin
entender los mecanismos que tiene la naturaleza para eliminar a los más débiles y
potenciar a los más aptos. Las apariencias no dejó que comprendamos que de esa
manera Dios renueva la faz de la Tierra. 
El virus se mantiene en niveles inferiores que los niveles de letalidad alcanzados
por otras enfermedades -mencionadas arriba- y hasta el momento que escribo este
ensayo, ha dejado probado que mata menos que una guerra, como por ejemplo los
61 millones de personas que mató la Segunda Guerra Mundial y sin embargo, la
humanidad le tuvo más terror al virus que a las guerras que hoy mismo, siguen
matando gente en África y Asia juntas. Esto nos lleva a la conclusión actualizada
que somos tan sugestionables como Eva, y nos dejamos condicionar por la
serpiente, creyendo y haciendo lo que los manipuladores de la conducta social
quieren que creamos y hagamos. Y tal conclusión nos lleva a otra: En nuestros
genes viaja la memoria de la sugestionable Eva ¡Y no hacemos nada por cambiar 
esa herencia diabólica! 
                                            
2
 Salmo 127. 
 En el Edén, la serpiente espera. Esa inactividad pone nerviosa a Eva. Espera
algo, pero ese algo no se produce. La astuta serpiente ha dejado todo movimiento
en su decisión. Puso las fichas en su campo y se ríe, expectante, porque sabe que
el siguiente movimiento lo tiene que realizar la mujer. Si no come, no hay problema,
esperará por otra oportunidad, pero si come, Dios pierde. La serpiente goza porque
su plan se está realizando. 
En el mundo de la criminalidad, de la ideación, sigue la elucubración, de ésta
sigue la planificación y de la planificación, la ejecución, que puede hacerse directa
o indirectamente. En nuestro caso la serpiente no ejecuta personalmente el delito.
Así como un asesino pone una bomba debajo del asiento del coche y espera que
su víctima encienda el motor con la certeza que la chispa de encendido hará
explotar la bomba, de la misma manera la astuta serpiente ejecutó su plan. Esperó
que Eva estire la mano, coja el fruto prohibido y coma, que para eso ya la ha
sugestionado lo suficiente. Le muestra un mundo de apariencias, la mujer cree en
ese mundo de apariencias y hace  lo que el incitador espera que haga, con toda
certeza. 
La Biblia cuenta que Eva intuyó que el fruto prohibido era muy bueno para
alcanzar la sabiduría. Tomó, comió y se lo pasó a Adán, quien también lo comió.
¡Todo quedó consumado! 
 Entonces se les abrieron los ojos y descubrieron haber caído en la sugestión.
Se dieron cuenta que habían obrado imprudentemente, que habían violado lo que
Dios manda y habían sido estafados por la serpiente, llenándose de vergüenza. Se
sintieron desnudos, tuvieron conciencia de su culpa y quisieron ocultarse,
arrepentidos de lo que habían hecho. Esa experiencia se fijó en la memoria y esa
memoria se nos transmite en los genes, por eso tenemos una mala conciencia,
proclive a desobedecer las leyes y a ser invadidos por la vergüenza, después de
haber actuado torpemente, recriminándonos por nuestros propios actos, después
de hacer lo que nos dio la gana y descubrir con pasmo, que fracasaron nuestros
proyectos, que llegó la hora de decir ¡Ups!. 
Por eso es que el juicio humano resulta tan drástico, porque no hay juez más
riguroso que el que juzga su propia torpeza y así, se impone severos castigos a
quienes violan las leyes, con el fin de impedir que se rompa el orden social, que
pone en peligro la existencia del grupo. 
En los actos posteriores que sigue a la ejecución en la ruta el crimen, se produce 
el reproche de la conciencia, la vergüenza que llama al arrepentimiento, ante el
reproche de la propia conciencia “¿Qué has hecho?”. La conciencia reprocha y el
autor se siente culpable. Le muerde y remuerde la conciencia. Sólo después de
cometer la acción imprudente, el hombre se da cuenta que corrompió lo que era
puro. La vergüenza es la parte sicológica del arrepentimiento. Claro que el imbécil
no tiene ni vergüenza ni arrepentimiento, por lo que no puede ser juzgado por lo que
no sabe lo que hace.  
Volvamos a estudiar lo que dice la Biblia, que Yavé interpeló a Adán:  
- “¿Quién te ha hecho ver que estás desnudo? ¿Has comido acaso del árbol que te
prohibí? 
Adán respondió:  
- “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí”.  
La naturaleza del hombre lo hace negar su culpa y buscar a quien echársela.
Cuanto más animalizado sea el hombre, tanto más alejado estará de la civilización
con sus virtudes humanas como el de la responsabilidad y del conocimiento de su
propia naturaleza.  
En nuestra realidad, sobran los ejemplo de seres animalizados en los que no
penetró la civilización y cito a los hombres del pináculo socio político, a fin que
podamos imaginar lo que hay en las capas sociales inferiores: Pedro Pablo
Kuczynski, quien renuncia a la presidencia del Perú por saberse pillado en la bajeza
de sus ambiciones y a los Fujimoris, Toledos, Garcías, Humalas, etc., quienes
dejaron traslucir su ambición tribal de hambre insaciable, incapaces de reconocer
sus culpas. Incapaces de responder a la interpelación divina: ¿Dónde estás? Nos
deja en la opción de responder por ellos: Nacieron y fueron criados bajo el flagelo
del hambre, por lo que su subconsciente no tiene otro fin que tragar. Hambrientos
constitucionales, prefiriendo ser perseguidos por la justicia como delincuentes
muertos de hambre, con la esperanza de  comprar la conciencia de los fiscales y de
sus jueces –con parte del dinero robado del pueblo- para borrar todo vestigio de sus
actos vituperables, antes que reconocer sus atavismos de muertos de hambre
desde el momento de su concepción y por ende, carentes de todo sentimiento de
nobleza, que los incapacita para gobernar.   
Yavé dijo a la mujer: 
- “¿Qué es lo que has hecho?” 
Es otra interpelación que no quiso responder con sinceridad Eva, y que igual
que ella, toda su descendencia. 
“¿Qué es lo que has hecho?”, es un reproche que no va dirigido a la conducta,
como hoy creen muchos estudiosos del derecho, porque de ser así, la pregunta
apropiada sería ¿Por qué te conduces de esa manera?, ¿Quién te ha autorizado a
conducirte del modo como te comportas?, como debería  preguntar un sicólogo, o
un moralista, quienes tienen interés en el tema explicativo de la conducta, pues ellos
no son especialistas en Derecho y no les importa un conocimiento acorde con esta
“Teoría más pura del Derecho”, que busca una justificación razonada de los hechos
fácticos, adecuada a la figura típica descrito en la hipótesis jurídica. 
Para explicarlo en términos actuales, la pregunta tiene implícito el reproche: Si
sabes que existe una ley que te prohíbe hacer X, que si lo haces, acarreas como
consecuencia una condena, ¿Cómo te has atrevido a hacer lo que está prohibido,
con tanto menosprecio por las consecuencias de tu acto?  
En el mundo del derecho, el reproche se refiere a los “hechos”, a los cambios
que se producen en la realidad, a los cambios que se producen fuera del cerebro
de la persona humana y no a lo que hay adentro de la caja craneana o por los
fenómenos del espíritu. Lo condenable, lo repudiable, es el “hecho” y no la conducta,
lo que la persona hace y no la persona que lo hace. No se debe confundir el producto
de la acción con el motivo –sea noble, ya sea deleznable- por el que se hizo. La 
conducta puede estar ubicada en el menosprecio o desvalor de la acción, pero el
hecho delictivo está en la acción voluntaria y libre de hacer lo que se sabe que está
prohibido, con la expresa y cabal intención de causar daño al orden establecido con
tal prohibición de hacer esto o aquello, obedeciendo al principio popular: Dios
castiga el pecado y no al pecador, que es la persona quien sufre las consecuencias
del castigo que corresponde al mal causado.  
Así lo afirmó Cristo: “Perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen”. Dios –
en función de juez- juzga los hechos. De la misma manera, son los hechos los que
se pone ante el juez, para su vista, para que los analice, los estudie y obre con la
suficiente prudencia para decidir si la persona actuó con la voluntad, con la
intención, de hacer lo que hizo, a sabiendas y con plena conciencia de lograr el mal
deseado, el fin perseguido o si obró sin medir la consecuencia de sus actos.  
En cualquier circunstancia, la persona humana, por solo el hecho de serlo,
merece misericordia. Así lo ha dispuesto Dios, al crearnos a su imagen  semejanza.
Dotados de voluntad y libertad, nos basta esos atributos para tener misericordia con
el prójimo, y decidir si es digno de ser perdonado. 
En nuestra sociedad predominantemente de chismosos y calumniadores, es
frecuente que se persiga al hombre, a la persona humana, al ser creado igual que
cada uno de nosotros, como si se tratara de una fiera, en lugar de reprimir el delito,
eal hecho contrario al orden social, el hecho que provoca el desorden en las
relaciones entre las personas entre sí y de éstas con el Estado, entidad que ha sido
establecida como guardián, fiscalizador y garante del bien común, de lo que fluye la 
importancia de la interpelación, “¿Qué es lo que has hecho?”, cuando se trata de
juzgar al hombre.  
Y también es importante tener en cuenta que la respuesta debe ser analizada
de manera prudente, cuando se trata de castigar al ser humano a fin de no
contradecir el mandato divino, “amarás al Señor tu Dios, con toda tu alma, con todo
tu corazón y con todas tus fuerzas y al prójimo como a ti mismo”. 
Dice la Biblia que la mujer respondió:  
- “La serpiente me ha engañado y comí” 
Eva ignora que se ha constituye en autora del hecho concreto, “desobedecer la 
norma”. No se reconoce como autora del hecho. Fue creada inocente y por ende no
tiene pecado ni culpa de nada. Igual que los ingenuos de este siglo, que no saben
diferenciar la realidad de lo que es aparente. Dios le entregó a Eva, el mundo entero,
para su uso y disfrute, pero no la dotó de un corazón reflexivo para discernir lo que
es bueno de lo que es malo.  
Eva no tiene ni la más remota noción de lo que es útil, lo que es inútil y lo que
es dañino, por lo que obra irreflexivamente. El pecado es lo único que dios no le dio
y lo único que el ser humano se lleva consigo cuando muere: El pecado, la
desobediencia, que los hombres conocen como injusticia, es obra personalísima
(intuitu personae, decimos los abogados) es creación propia del ser humano.  Es
por eso que Eva busca a quien echarle la culpa, para justificar su pecado y no se
ponga su confianza en entredicho, o sea, que la ejecución de hecho propio, no le 
sea achacado a su persona y pretende echarle la culpa a un tercero y de esta forma,
quiere que sea otro quien responda por él, o en el caso de Eva, por ella.  
Aquí también podemos determinar que antes de que tengamos apreciación de
lo que es la justicia, apareció la injusticia. El acto injusto. Lo no justo. 
La primera pareja humana lo tenía todo, podían disfrutarlo todo, pero prefirieron
lo prohibido, coger lo único que no estaba destinado para ellos. Hurtaron el fruto del
árbol prohibido y se lo tragaron sin importarles las consecuencias de ese hecho
malicioso. 
¿Quién es el autor intelectual que pone la malicia en la mente de Eva? La pérfida
serpiente. 
Entonces Eva da el paso final, pone a prueba, tienta a Dios, como hacen los
infantes y los delincuentes de ésta época: “Si no viene, para impedir que lo haga, lo
haré” Y como no aparece Dios para detenerla, ejecuta la acción. Coge la manzana
y traga. El hecho queda consumado. La manzana ha sido arrancada, ya no está en
la rama del árbol al que pertenecía. Ha sido desarraigada. Se produjo un cambio
violento en la realidad. De la rama del árbol, el fruto pasó a estar en las manos de
la mujer y mordida en una parte. He ahí el hecho concreto. Para la moral, es una
inmoralidad, para la sicología un comportamiento indeseable, para la siquiatría una
desadaptación social, para el vulgo, una mala conducta. Para el derecho es una
injusticia, una violación del orden establecido por el Derecho, el abuso en el disfrute
de los bienes. El ejercicio abusivo del derecho a gozar de lo que la naturaleza nos
da, para uso y disfrute de todos por igual.  
Pero, la razón de nuestro análisis del pecado original no es mostrar las
debilidades de nuestros primeros padres, sino destacar cómo es que llegamos a
conocer la primera injusticia de la creación. 
Para mí, es injusto que las personas que lo tienen todo para su disfrute, que han
recibido para sí todo lo que existe en la naturaleza, de buenas a primeras, duden de
su creador y prefieran la mentira a la verdad y le crean al envidioso, al mentiroso, al
estafador, a una vil serpiente y hagan lo único que se les pidió que no hicieran. Es,
por decirlo -en idioma de nuestro siglo- injusto que el hambriento muerda la mano
del que le da de comer. 
De esta manera, sabiendo lo que una cosa no es, llegamos a conocer lo que
esa cosa es. En castellano, para saber lo que es la justicia, primero tenemos que
conocer lo que es la no justicia, o -en lengua moderna- lo que es la injusticia. 
En este caso, la injusticia consiste en no buscar la verdad, porque así está
escrito: “De la verdad proviene la justicia” (Efesios 4:24) Al hombre se le muestran los
hechos y el prudente, ante cualquier circunstancia que se le ponga en su
conocimiento, tiene que actuar como Daniel. Quitar el ropaje que encubre la mentira,
quitar la cáscara que cubre la verdad y dejarla al desnudo,  para librar a la casta
Susana. Sólo encontrando la verdad, será factible administrar justicia.  
No sucede así entre quienes administran justicia en el Perú. Aquí ni jueces, ni
fiscales, tienen la capacidad suficiente para responder a la interpelación “¿Dónde
estás?”, “¿Qué has hecho?”  Es muy raro que los que administran justicia sepan 
dónde están, «¿Qué has hecho?» en qué lado están ubicados, y menos todavía,
saben lo que han hecho, por lo que muy pocos, poquísimos fiscales y jueces atinan
al perfil exigido por la ley y tienen capacidad para interpretar y resolver jurídicamente
a partir de casos concretos. 
Aquí perdura reino de las intrigas palaciegas y desde que se proclamó la
independencia –o a lo mejor desde la instalación de los virreyes en Lima- todos los
fiscales, como los jueces de todas las instancias, se someten servilmente, como
lacayos, a los dictados de los que ostentan la presidencia del Perú, y así,
generaciones, tras generaciones, lo único que han aprendido bien, es vender las
disposiciones fiscales y las resoluciones judiciales, para que los malos puedan
hacerse de la propiedad ajena, a deshacerse legalmente de sus enemigos,
encerrándolos en las cárceles, para que no jodan más al que tiene plata suficiente,
para pagar la conciencia de los jueces. 
Como cualquier abogado litigante lo puede acreditar, por las miles de veces que
se sienten la tajada de jamón del sánguche que tiene, por un lado al policía o al
fiscal, que armó la trampa y por el otro al juez -que se colude con los estafadores-
para aplastar a sus rivales. En mi vida profesional, no he conocido a ningún policía,
a ningún fiscal, a ningún juez, que acredite imparcialidad, siendo que la mayoría son
chupamedias del poderoso o del influyente, delo que podemos inferir que los
fiscales no son imparciales, sino fiscales clasificados dentro del tipo “chupamedias”,
sub tipo “acusete”. Mientras que los jueces están dentro del tipo “chupamedias”, sub
tipo “Niño de los mandados”. Y eso confirma mi tesis: El demonio sugestiona a las
criaturas que quiere dominar, para que actúen según su voluntad diabólica,
apartados por completo de la verdad y sin quitar los ojos del fruto prohibido que los
tiene fascinados: la plata. 
Es fácil advertir entonces por qué yerra Kelsen iniciando su análisis a partir del
silencio que guardó Cristo cuando Pilato le preguntó “¿Qué es la verdad?”, sin entrar
a suponer que Cristo guardó silencio porque ¿Cómo explicar a un ignorante que
adora imágenes creadas por mano del hombre -como si fueran dioses, a los que les
atribuye conductas y sentimientos humanos- que el Dios verdadero es espíritu y por
ende invisible por el ojo carnal? 
¿Cómo hacer entender a un ignorante, criado en una cultura esclavista, con
preponderancia de la propiedad privada, que existe un Dios invisible, para quien no
existe ese tipo de propiedad privada, sino la propiedad comunitaria, donde las
personas somos libres, en condición de herederos de un solo padre, por lo que
promueve una cultura en que todas sus criaturas tenemos derecho a disfrutar de
todo, en un mismo plano de igualdad, como hijos del mismo padre espiritual? 
¿Cómo explicar a una sociedad esclavista que se debe amar al prójimo y que
ese prójimo puede ser un esclavo que –para el gobernador romano  y la cúpula
israelita que lo adula- no es más que una cosa, como objeto de su propiedad y por
ende no tiene ningún derecho?  
Cualquier persona sensata, sabría que era una pérdida de tiempo responder a
un necio, a un niño de pecho, a una persona que padeció anemia en su primera
infancia, ¿Qué es “la verdad”? ¿Cómo obligar a un hebreo a echar perlas a los 
chanchos egipcios, griegos o romanos? ¿Cómo podría Cristo dar de comer a los
perros, las exquisiteces que trae del mercado, sólo para sus hijos?  
Hoy, en nuestra época y en nuestro país, podemos constatar que los policías,
fiscales y jueces, no pueden responder a las preguntas divinas que se hizo a
nuestros padres y por eso se les hace muy difícil entender qué es la verdad,
inclusive afirman que “la verdad no existe”, que “no hay verdades absolutas”, y sdin
embargo, cobran apetitosas remuneraciones del Estado para administrar justicia.
La pregunta lógica que uno tiene que hacerse es la siguiente: ¿Cómo pueden cobrar
una remuneración para administrar justicia, si no creen en la verdad? La respuesta
nos deja la certeza que vivimos un mundo de farsantes, sugestionados por Satanás,
para ilusionarnos con apariencia de justicia, donde predomina el palabreo, el puro
blablablá cantinflesco o demagógico de tipo politiquero, para justificar toda clase de
arbitrariedades. 
Si uno de estos, “operadores del derecho”, que subastan sentencias, para
condenar a los inocentes estuvieran en presencia de Dios y lograran preguntarle
¿Qué es la verdad? ¿Cree usted, que Dios les daría una respuesta, a esos? Mi
opinión es que Dios, como hizo Cristo con Pilato, les diría ¡Andá! 
Los peruanos tuvimos una desagradable experiencia durante el toque de queda
de una noche de marzo de 2020, cuando se difundió por las redes un hecho
desconcertante: El vídeo muestra a un jovenzuelo, que era vapuleado a cachetadas,
por el capitán Ejército Peruano Christian Cueva, quien, para abreviar, le gritó: “Te
perdono la vida, concha de tu madre” entre otros improperios, que dejó en evidencia
que todavía no nos llega la civilización, que la serpiente del Edén, es más astuta
que ese capitán Cueva, que hace honor a su nombre y nos devolvió a la época de
las Cavernas. Mientras el animal, la serpiente sugestiona -como un ser inteligente-
a los sandios y holgazanes, la soldadesca peruana pega bofetadas, como las niñas
caprichosas, a los mozalbetes.  En este caso, nadie respondió a las preguntas
divinas “¿Dónde estás?”. “¿Qué has hecho?”, luego que Dios dejó desnudos al
mozalbete,  al pelotón del Ejército y a los testigos.   
El capitán Cueva actúa violentamente, como animal salvaje que chilla y golpea,
en lugar de razonar como ser civilizado. El capitán EP Cueva, ignora por completo
qué rol corresponde a la autoridad y se dejó sugestionar por la sierpe y dejó afluir la
fiera, el ente abusivo, que lo llevó al Ejército, para practicar la mala enseñanza que
recibió en su hogar o en el cuartel, como supo decirme un fiscal, que “ser autoridad
es ser malo” y por eso, quien asume un cargo público demando, se vuelve petulante,
abusivo y pegalón. La serpiente ha sembrado en su inconsciente, esa maléfica idea.
Autoridad es sinónimo de mandón, o en su defecto, de una compensación sicológica
ante un carácter cobarde, de soldados que huyen ante el enemigo armado y se
desquitan de su cobardía, agrediendo a personas inermes, debido a que se
entrenan para la guerra, pero no han ganado ninguna guerra (“Redoble por
Rancas”- Manuel Scorza) y sólo son valientes cuando se enfrentan a sus paisanos
indefensos. 
El mozalbete, por andar de parranda con sus amigos, ignora por completo que
“7. Un muchacho inteligente observa la Ley, el que frecuenta a los libertinos es la 
vergüenza de su padre
3
”, por lo que vive sugestionado por Satanás y se rie, en la
certeza que tirar objetos contundentes a la soldadesca que lo protege para que sus
ancestros no vayan a ser contaminados con el Covid 19, que los puede conducir a
la muerte. Ese pobre hombre no puede responder a la pregunta divina: «¿Dónde
estás?, porque Satanás le venda los ojos y tapa los oídos, por lo que ni pudo ver, ni
escuchó, por qué salieron los saldados a rondar de noche. Así está escrito: “9. El
que se niega a escuchar la Ley, hasta su oración indispone a Dios
4
”.
Y los testigos, tampoco nos dicen dónde están, a qué lado del Edén se ubican, 
si al lado de la mentira o al lado de la verdad. Aplaudieron al abusivo, pero no sabe
por qué. Como dice la Biblia, “18 Si ves un ladrón corres con él, con los adúlteros te 
mezclas; 19 tu boca arroja maldad, urde calumnias tu lengua. 20 Te sientas y hablas contra
tu hermano.” y en efecto, el 95% de la población peruana, no supo dónde estaba. 
Aprobó al cavernícola y lo aplaudió, llenando de asombro al 5% de los civilizados,
quienes sí conocemos lo que es el derecho natural y sí practicamos lo que es la
justicia divina.  
Esos que aprobaron el trato público, cruel, inhumano y humillante, es la masa
ignorante que desnudó José Ortega y Gasset en “La Rebelión de las masas” y que
no sabe que fueron desnudados por Dios. Esos son los que inexorablemente,
destruye los avances de la civilización, que les son útiles, porque al igual que Eva,
no tienen forma de saber qué es útil, qué es inútil, ni lo que es dañino, por lo que
tampoco pueden responder a la pregunta de Dios: ¿Qué has hecho? En este caso
concreto, la masa ignorante no tiene ni la más remota idea, que están aplaudiendo
la violación de los Derechos Humanos. 
El cavernícola capitán E.P. Cueva, actuó a lo bestia, se constituyó en policía.
fiscal, juez y verdugo, condenó, aplicó la pena y dio rienda suelta al déspota que es
y metió una y otra vez, todas las cachetadas que pudo sobre una persona humana
-su paisano, el súbdito de su propio país- a la que sometió a un trato cruel, inhumano
y degradante, con todos los insultos que se le antojó contra esa persona humana,
pero como no era hijo de una persona influyente o conocida,  el militar menospreció
el hecho de estar desnudo.  Nadie le hizo ver que estaba desnudo, pero igual, se
tragó el fruto prohibido, esto es, respetar el derecho ajeno y la dignidad de la
persona humana.  
Pero, de otro lado, el pueblo, que estaba escondido en su casa por miedo a un
insignificante virus, ¡Lo aprobó, aplaudió y defendió! ¿Y si esa persona vejada
hubiera sido hijo de alguno de esos que puso Like al atropello de los DD.HH? Cómo
habrían respondido la pregunta de Dios: ¿Dónde estás? Y ¿Qué has hecho? Bueno
pues, no les quedaría más que implorar con Jesucristo: ¡Perdónanos padre, porque
no sabemos lo que hacemos!. Pero, en el Perú, ¡Todo siguió igual!  Empezando por
el presidente Vizcarra, hasta el último lacayo del Ministerio Público o el ujier del
Poder Judicial. ¡Jamás se produjo el cambio, el un antes y un después de la
pandemia! Hasta hoy espero una respuesta a las preguntas que hizo Dios, en el 
                                            
3
 Proverbios 28 
4
 Id. 
Edén. “¿Dónde estás?” “¿Qué has hecho?” Y veo los rostros desnudos de la gente,
que como un crío de 4 años, responde: “¡Quién, yo? ¡Nada!” 
Analicemos los hechos.
1° Acto. Hay un imbécil. Para que podamos entendernos, preciso mis conceptos 
y la razón de utilizar determinado término para que respetemos el principio de
identidad. ¿Qué es un imbécil?  
En términos jurídicos, imbécil es la persona que no puede determinarse por la
consecuencia de sus actos. Decide hacer cierto hecho. Obra, pero sin tomar
conciencia de los efectos que producirá su acción en el entorno social. Es una
persona que cualquiera que sea su edad, siempre reacciona como un infante o sea,
persona entre los 0 a los 7 años de edad. Por ejemplo, nunca ha manejado un
vehículo pero cree que es fácil, roba las llaves del auto de su padre y se determina
por manejarlo por ahí “cerquita, nomás”. No se ha determinado por la consecuencia
de sus actos y ni siquiera sopesas la posibilidad de matar a otra persona.  
Otro, la persona que opina en temas de los que no tiene la más mínima idea,
pero como sabe hablar, habla. Emite opinión sobre asuntos de fe. Cree que conoce
a Dios, pero nunca ha leído una página, aunque sea una página de la Biblia, porque
o no sabe leer o le gana la flojera, pero creído de sí mismo, auto referenciado, habla
como si la hubiera leído cien veces. El imbécil sabe que está ante un cura, pero
igual, le da por opinar y se mete a grandes pasos, donde los expertos tienen temor
de ingresar. Si Dios les ha dado boca, ¡Quién los puede callar? Nadie, son seres
que no se determinan por la consecuencia de sus actos.  
Están frente a un médico pero hablan de los virus con la autoridad de un
epidemiólogo, como demostraron los periodistas, que entrevistaban a los médicos
y no los dejaban terminar su explicación, quitándoles el uso de la palabra,
atropelladamente, emitiendo opinión según su real saber, como si el gobierno les
pagara por palabra emitida, para ocultar la verdad. 
Están frente a un abogado y hablan de la justicia con la autoridad de un
jurisconsulto, como hacen la mayoría de estudiantes bisoños, que peroran, al estilo
del ex presidente Alan García y muchos otros rábulas, sin haber defendido jamás
un juicio.  
En el caso de Eva y sus descendientes, son las mentalidades infantiles, los
sabios pueriles, que no analizan los hechos, y ponen en duda la verdad, o afirman
como apodíctico, lo que es dudoso.  
El imbécil, pues, es la persona que corrompe la sabiduría y la inteligencia.
2° Acto. El imbécil que aparece en escena, comete un hecho repudiable en 
contra de los soldados obedientes que rondan para que los ciudadanos
permanezcan dentro de su domicilio, a los que arroja objetos contundentes. 
3° Acto. Un capitán del Ejército peruano aparece rodeado y protegido por su
tropa quien, en lugar de cumplir con sus funciones para las cuales ha sido llamado
(colaborar con la policía), aprovecha la protección de su argolla de soldados
fuertemente armados para insultar y abofetear a un civil indefenso. 
4° Acto. El militar no se avergüenza por haber sido desnudado violando los
Derechos Humanos establecidos para todo el mundo por la ONU, los DD.HH.,
proclamados para toda América por la OEA y el Pacto de San José, que obliga a
todos los gobernantes y gobernados de América (esto incluye a Perú, para aquellos 
que no tienen sentido de ubicación -no saben dónde están- como ese niño que llegó a
Capitán EP., sin saber que existen  esos acuerdos internacionales que son más que la 
Constitución peruana y los reglamentos militares) Y es que, como afirmo, los imbéciles
no se determinan por la consecuencia de sus actos. Actúan a lo bestia y son
aplaudidos por otras bestias aún más fieras de la Selva urbana. 
Volviendo al 1° acto “un imbécil aparece en escena”. 
a) Sabemos que un niño mal nutrido en su infancia, puede sufrir anemia por falta 
de hierro y que esa anemia produce imbecilidad y como consecuencia de ello,
científicamente está probado que un mínimo del 30% de adultos al adquirir carta de
ciudadanía, es muy probable que como consecuencia de haber padecido anemia,
se desnude su imbecilidad a partir de los 18 años, que se manifiesta con falta de
comprensión cognitiva que va in crescendo, conforme al paso de los años, y en el
caso del civil que se mostró en las redes, se califica como tal, es decir, imbécil. 
b) Los problemas cognitivos del imbécil, impide que entienda que la prevención
es una necesidad por el principio de solidaridad y por ende es incapaz de ponerse
en el lugar del prójimo. El imbécil -está probado- vive en un mundo aparte, por eso
fracasan todos los proyectos sociales o socialistas en este país. Todo líder tiene
que lidiar contra un 30% o más, de imbéciles para lograr sus fines, (lo experimentó el 
Che Guevara en Bolivia. El argentino fue para librarlos del yugo, pero lo entregaron a las
fuerzas armadas de ese país, para que lo maten y no siga jodiendo a los capitalistas) pero, 
como también hay líderes sociales pueriles, que no lo comprenden, no abordan ese
problema. Para que el Perú desarrolle, tiene que eliminarse a los imbéciles y la única
forma posible, es alimentar bien a los infantes, desde que nacen, con una dieta rica
en hierro y demás nutrientes. Lo malo es que ningún gobernante toma decisiones
en esa ruta. Les conviene tener imbéciles, para tener una masa manipulable que
los apoye, cuando los adultos normales denuncien las felonías del gobernante de
turno. De la misma manera los explotadores, también se apoyan en esa masa dócil,
a los que es fácil convencer de cualquier cosa, mediante una promesa –y solo
promesa- de regalarles una limosna, para que aprueben su explotación. 
c) Los gobernantes peruanos, que tampoco puede determinarse por la
consecuencia de sus actos, (casi toda la administración pública latinoamericana
está en manos de imbéciles que obstruyen el avance social y desarrollo económico)
obran improvisadamente, al ritmo que le marca quien ostente el cargo de
Presidente, pues al 30% de peruanos que trabajan para la administración pública,
lo único que entienden es que tienen un trabajo remunerado. Lo demás es un
problema de cognición. Como ejemplo tenemos que el gobierno no planificó un plan
de lucha contra el Coronavirus. Se limitó a copiar a ciegas, lo que de alguna manera
se enteró que se hacía en otros países y se trató como igual lo que es desigual.  
La planificación en otros países fue con el virus en desarrollo, en pleno invierno
y entre una población que vive mayoritariamente en edificios multifamiliares, en
espacios reducido, dado que cada país europeo, tiene un área equivalente al área 
de una Región política del Perú. Suiza es un país tan pequeño, que es posible
controlarlo mediante un gobierno previsor. El Perú es tan grande, que es imposible
que pueda ser gobernado, por un Estado integrado por hombres 100% mediocres.  
El Perú es tan extenso que fue un error condenar al aislamiento social a todo el
país, sometido a la hegemonía de Lima y por eso vivimos en permanente
aislamiento social, arrinconados en las distintas provincias del interior del país. Eso
lo vemos todos los días. El pequeño estudiante de la mayoría de nuestro
campesinado, tiene que caminar kilómetros, para llegar a la escuelita más cercana.
El campesino enfermo tiene que caminar cientos de metros, para llegar al médico
más próximo o a la botica en donde comprar sus medicinas, por lo que prefiere
curarse con sus hierbas.  
Sin embargo, el presidente Vizcarra, que fue gobernador de la Región
Moquegua y por ende con mentalidad de cacique, no estaba preparado para
gobernar todo el país. Preocupado por robar más que sus antecesores, En el Perú,
no se estudia política, todos ponen los ojos en las arcas del Estado, desarrollando
estratagemas para robarse todo lo que se pueda.  Vizcarra no se preocupó por
entender su propia realidad  y obró puerilmente: Nos confinó a todos por igual, al
aislamiento social y después de cuatro cuarentenas seguidas, recién se dio cuenta
que no estábamos en las mismas condiciones y dispuso el aislamiento social
“focalizado”, por lo que incurrió en la gran injusticia de hacer que muchas
poblaciones, sufran detención domiciliaria dos meses más que el resto del país, sin
causa justificada, lo que dejó en evidencia que caminaba dando palazos de ciego,
o al infantil juego de niños “la gallinita ciega”, para matar a martillazos a
microscópicos virus, jugando a ser el doctor que todo lo cura, con muñecas, al lado
de Richard Swing y el “genio” de los tirantes y corbatita michi, Farid Matuk, el “poeta
inglés” que funge de experto sólo porque tiene ascendencia extranjera, y otras
damiselas que no saben ni cómo escoger el arroz, para que no se le queme a Martín
Vizcarra. 
En Marzo, cuando el virus aún no había llegado al Perú, tuvimos tiempo para
elaborar estrategias peruanas de lucha contra el virus invasor, pero fuimos a la
guerra contra el virus, con los ojos vendados, sin conocer al enemigo y con el 30%
de peruanos imbéciles por naturaleza, liderados por Matuk, sin saber dónde estaban
ni qué tenían que hacer, se dejaron llevar por los guías ciegos del gobierno, lo que
produjo reacciones como la del mozalbete de quien hablamos, que reaccionó con
violencia contra lo que no comprende y con el agravante que el gobierno no le dio
las pautas claras y razonadas (con el imbécil hay que razonar con mucho
detenimiento) para que tenga que hacer lo que debe de hacer. (el padre de un imbécil 
sabe cuánta paciencia se necesita para enseñarle cómo amarrarse los zapatos o
prepararse el desayuno, por ejemplo)  
En pública declaración, Vizcarra declaró que llamó al presidente de un país
vecino, quien le dijo que estaba preparado porque contaba con buen número de
camas UCI, ventiladores artificiales y oxígeno, para atender la demanda de
contagiados, y el presidente de Perú, dijo que tenía sólo un cuarto de ciento, y pese
a ello, Martín Vizcarra no se ubicó, ni supo qué hacer, omitiendo seguir el ejemplo
del otro presidente consultado y no compró una cama más de las que tenía, ni 
adquirió todo lo demás que fuera útil, para estar preparado con la logística suficiente
para atender la demanda interna de atacados por el Virus, lo que dejó en evidencia
que se mal utilizó la declaratoria de emergencia, que sirvió sólo para robar, por lo
que todo se le escapó de las manos, como ya le había pasado a García en el sismo
de 2007, en Pisco, y a Pedro Pablo Kuczynski, luego del fenómeno del Niño en el
norte del Perú, unos años más tarde. Como Matuk es inglés, aprovechando la
Pandemia, el gobierno le entregó la reconstrucción del norte al gobierno Inglés. 
Escribo este ensayo, para que los pueblos rechacen al próximo presidente que
declare Estado de Emergencia y se entrometa en un problema que corresponde
única y exclusivamente al Instituto de Defensa Civil, al que se debe entregar las
leyes y medios económicos para enfrentar las calamidades públicas, sin someter la
solución del problema a improvisados, mediocres o incapaces, como pasa en este
país, hasta la fecha. 
d) La reacción del imbécil siempre es desproporcionada, justamente porque
tiene problemas de cognición y nunca se sabe con precisión lo que puede hacer
ante circunstancias súbitas o extremas, como las que estamos viviendo y como son
indisciplinados, todo imbécil actúa como se ha visto en las redes, desde los más
altos niveles del gobierno, hasta la soldadesca que está obligada a no pensar. 
En relación con el segundo acto: “El imbécil que aparece en escena, comete un
hecho repudiable en contra de los soldados obedientes que rondan para que los ciudadanos 
permanezcan dentro de su domicilio, a los que arroja objetos contundentes.”.
a) El Gobierno peruano promulgó un Decreto de Urgencia declarando el Estado 
de Emergencia que permite la Constitución en situaciones de catástrofe o
calamidad.  
Yo no sé cómo se mide o cuáles son los patrones de medida para catástrofes o
calamidades, que tiene el gobierno peruano, pero la experiencia me ha enseñado
que se declara estado de emergencia para poder disponer del dinero del Estado
haciendo adquisiciones y gastos, sin licitaciones y que comprobé como testigo, que
fue utilizado después del sismo del 2007 en Pisco, en que Alan García gastó más
de 3 mil 70 millones para atender los efectos del terremoto, que no se vio reflejado
en las obras de reconstrucción, que aún falta por terminar. Igual, fue lo que utilizó
PPK, para la reconstrucción “con cambios” del Norte, que está peor, pero igual,
como afirmo, los imbéciles del gobierno que no pueden determinarse por las
consecuencias de sus actos, hacen y deshacen sin tino, por lo que están
incapacitados para responder a las preguntas de Dios: “¿Dónde estás?” “¿Qué has
hecho?”.  
Lo real es que en esta pandemia del coronavirus, no existe un “Plan Nacional
de Gobierno para Prevenir, Enfrentar, Controlar y Eliminar la contaminación por el
Coronavirus” y menos, por supuesto, planes regionales o provinciales para tal efecto
y cada quien opera según su real saber y entender,  jugando a la “gallinita ciega”,
creyendo que están haciendo “su mejor esfuerzo”, por lo que lo que se hace hoy,
se anula mañana, porque se descubrió “otro mejor esfuerzo”. No nos olvidemos que
los imbéciles tienen problemas cognitivos, por lo que eso de “saber y entender” entre
autoridades con un 30% de imbéciles, es muy relativo.  
Para Vizcarra fue un gran esfuerzo, el mayor esfuerzo mental de todo su
gobierno, nombrar un “Comando Covid 19”, y ese esfuerzo fue tan agotador, que de
la publicación de la ley que lo constituye, no pudo hacer nada más. 
b) El imbécil tiene un gran problema. No se siente dentro del universo. No se
siente comprometido dentro del ambiente circundante. El mundo no es él y sus
circunstancias. El mundo es él… y ¡Uf!, los demás, los que le roban espacio, el aire,
¡la plata! En consecuencia, el adulto pueril cree que las leyes son para los demás,
no para él. Si es del Ejecutivo, la ley la deben obedecer los otros, los súbditos. Si
es congresista, la ley que aprueba no es para él, sino para los demás, los
ciudadanos. Y si es un ciudadano común, la ley no es para él, es inimputable. La
ley está dada para los demás, para los otros.  No hay capacidad para responder las
preguntas: “¿Dónde estás?” “¿Qué has hecho?”, porque falta una vacuna contra el
virus altamente contagioso de la imbecilidad. 
Por eso vemos la cara de sorpresa del mozalbete civil cuando empieza a recibir
un trato cruel, inhumano y degradante. Todos los demás cerebros de niño, como él,
tampoco reaccionan, no toman conciencia de lo que está pasando. Nadie se ubica
en la realidad. Es motivo de un chiste, oportunidad de un meme. Eso no está
pasando.   
c)  El mozalbete civil, vio pasar a un grupo de soldados y como tiene problemas
cognitivos, no comprendió que esos soldados obedecen órdenes y tampoco
entendió que los reclamos se dirigen ante la autoridad. El imbécil no entiende que
si tiene que protestar por lo que considera un exceso de poder, debe protestar ante
quien ostenta el gobierno, no contra los que obedecen sus órdenes. Pero, como los
imbéciles tienen problemas de cognición, no se ubican, matan al mensajero, no al
que envió el mensaje y creen que lo están haciendo bien, protegiendo a quien
manda hacer lo que los adulones quieren vernos hacer. 
 Nuestros gobernantes paralizaron al país. Nadie se mueva de su casa, para
cuidar la salud de un aproximado de 30 mil personas, que técnicamente son los que
van a morir. Y así, casi 33 millones de peruanos tuvimos que confinarnos dentro de
la casa, en detención domiciliaria, para evitar que mueran esos 33 mil, unos más,
unos menos, que la naturaleza tiene señalados para eliminar para renovar la faz de
la tierra.  
Y se paralizó el sistema de administración de justicia –porque evidentemente el
Poder Judicial no está al servicio del pueblo- sino que se comporta como lacayo del
Poder Político, al que sirve como instrumento de represión y control de los más
pobres- Así está escrito
5
, “12 Pues no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino
a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras, los espíritus y 
fuerzas malas.” Y por la malicia del Presidente del Poder Judicial, se paralizó el pago
y cobranza de las pensiones de alimentos, lo que tal vez creó malestar en el hogar
posiblemente disfuncional del mozalbete llevado por sus impulsos vitales, quien no
imaginó nada más chistoso para apoyar a su madre en sus angustias, que
descargar objetos contundentes -ineficaces para sus propósitos- contra soldados 
                                            
5
 Efesios 6 
fuertemente armados, en una acción tan tonta como la del tribal, que, en Medio
oriente, se enfrenta a hondazos contra los tanques artillados. 
3.- Analicemos los hechos relativos al punto 3° “Aparece en escena un capitán del
Ejército peruano y en lugar de cumplir con sus funciones, para las cuales ha sido llamado, 
aprovechando que está con su collera o argolla de soldados fuertemente armados”.
a) Vemos a un capitán EP, de apellido Cueva, rodeado y bien protegido por su 
argolla de soldados armados, por lo que es imposible que el civil pueda escapar del
asedio o ser auxiliado por otra persona. Solo y sin que nadie pueda defenderlo, el
ciudadano peruano no es agredido por un soldado del ejército invasor. El peruano
es atacado a mansalva por un capitán del ejército de su país, al que el Estado paga
para que lo proteja contra cualquier agresión de soldados de un país extraño. El
capitán EP, Cueva ofende a su paisano inerme, escudado por su argolla
soldadesca. Públicamente somete a trato inhumano, cruel y degradante a un civil.
Imbécil, pero civil. Sabemos que los militares infringen ese trato de manera impune
a su tropa. Por eso es que los soldaditos regresan a su pueblo y tratan a las patadas
a su familia, a sus amigos y vecinos, porque se les metió en el inconsciente, que
ser malo, que denigrar a los otros, es principio de autoridad, y como la memoria
viaja en los genes, desde Adán y Eva, tienen introducido en el inconsciente
colectivo, que el abuso del poder, el maltrato contra los otros, tragarse el fruto
prohibido, son las características de buena autoridad.  
La historia ha demostrado que en los genes de los que optan por servir a las
fuerzas armadas viajan los genes de la violencia, del desamor. Se creen hechos de
hierro y como son de hierro, no guardan sentimientos que puedan despertar un
corazón de carne. Sobre ese hierro se construyen los gobiernos, y esos gobiernos,
adoptan para su ejercicio de poder, el dogmatismo jurídico de Kelsen, se proclaman
gobiernos fuertes y si son gobiernos fuertes en manos de un alto porcentaje de
imbéciles, tenemos como consecuencia el retorno a la ley del más fuerte, pero al
estilo “la ley de la Selva”, que la ONU y la OEA, trataron de impedir, pero que la
serpiente que nos sugestiona, está ahí, mirando con sus grandes ojos, esperando
a la expectativa, dónde nos ubicamos, como nos hace ver la pregunta divina:
“¿Dónde estás?” y esperando qué vamos a hacer, en respuesta a la pregunta “¿Qué
has hecho?”.  
Presumiblemente el capitán EP, proviene de un hogar arbitrario, donde un padre
autoritario y violento, imponía su voluntad a martillazos: “Aquí se hace lo que se
manda y se come lo que se da”. Mandaba a los hijos a punta de carajos, puta madre
y otras groserías propias de la chusma, por lo que tiene insertado en el inconsciente,
que la autoridad que impuso su padre es el patrón de conducta de toda autoridad.
El que obedece merece premios, y el que no, tiene que someterse al peor de los
castigos. “El que siembra vientos, cosecha tempestades” 
En atención al conocimiento de ese comportamiento del grupo militar, es que el
orden natural no admite -de ninguna manera- que la soldadesca asuma el control
del gobierno y limita la declaración de estado de emergencia a casos muy
excepcionales, como calamidades públicas o catástrofes. Aún en tales casos, un
gobernante prudente no se atrevería a declarar “toque de queda” y mandar a los
soldados a que disparen sobre los civiles, como lo entendió el capitán EP Cueva, 
que “de buena gente” y luego de tratar de manera cobarde, cruel, inhumana y
degradante a un civil desarmado, declaró para todo el mundo: “te perdono la vida”,
en gesto que aplaudió el 95% de los peruanos, con lo que es evidente que al 30%
de imbéciles, se sumó el 30% de adulones del gobernante de turno, para quienes
toda decisión de gobierno está “perfecta” -como dijo un periodista- y también hay
que agregar un 30% de peruanos nerviosos, y asustadizos, y petulantes, a los
cuales la serpiente sugestionó, y  les ha hecho correr para meterse en su casa, sin
nada de solidaridad por su prójimo, por temor a un soplo de viento y sin que nadie
los corra. 
Una catástrofe que justifique que se declare un Estado de emergencia, es
cuando muere un porcentaje alto de la población. Es decir, si hay 100 mil habitantes
y un maremoto se lleva a 30 mil, es razonable y proporcionado, declarar el estado
de emergencia. Pero, no existe razón eficiente que explique por qué, ante la
amenaza de contagio de un virus, que en la mayoría de los casos produce fiebre,
dolores y ardor de garganta, se recluya en aislamiento -detención domiciliaria- a 33
millones de peruanos a sabiendas, a priori, que es difícil que mueran más del cero
uno por ciento. Pero como hay un Estado de imbéciles, han impuesto un
dogmatismo jurídico que ni nuestra Constitución ni la ley amparan y por el contrario
repudia, porque “no ampara el abuso del derecho
6
”.
En un país con un 30% de imbéciles, un 30% de adulones y un 30% de 
miedosos, cualquier tirano o déspota se puede hacer llamar presidente y el pueblo,
correr con él, como se corre junto al ladrón
7
 . (Y que nuestros países vecinos y demás
pueblos del mundo, que no se crean exentos de estos porcentajes, porque tengo pruebas
que han aceptado, han pasado y pasan por lo mismo, solo que utilizo el modelo que tengo 
ante la vista y utilizo como instrumento o medio de comparación)
b) El Estado peruano, jamás nos explicó cuál es la razón suficiente o causa 
eficiente para declarar la guerra al coronavirus, si hemos perdido todas las guerras,
tanto las militares -por lo que renunciamos a grandes extensiones de territorio que
hoy son de Chile, Bolivia, Brasil, Colombia y Ecuador- gastando grandes cantidades
de dinero en mantener un ejército y comprar armas, y no hemos ganado ninguna
(excepto a Ecuador, durante el gobierno de Odría. Leer Redoble por Rancas de Scorza)
como las económicas y sociales. Y sin embargo nuestra soldadesca, que se rinde
ante los soldados armados de países vecinos, se solaza reventando la mejilla a
cachetadas (como señorita, pues un soldado lo revienta con la culata de su fusil) a un civil
que no se asustó ante el microscópico virus que a lo más le causará la sensación
de gripe; pero el sicosocial, para que sea creído, tiene que avergonzarse de sí
mismo -como sostiene Asimov
8
- lo cual fue la razón por lo que el gobierno de
Vizcarra requirió actuar con rigurosidad asumiendo el daño colateral, ante el riesgo
que alguien con sesos suficientes para darse cuenta que la serpiente nos está
sugestionando, podría destapar la verdad escondida detrás del telón y deje
avergonzados a los que corrieron asustados por un soplo de viento, como si fuera
un vendaval. 
                                            
6
 Art. 103 in fine de nuestra Constitución. 
7
 Salmo 50:18 
8
 “Segunda fundación” 
c) El gobierno no ha emitido un plan rector a nivel nacional para que todos
sepamos qué es lo que pasa, de verdad, qué es lo que se quiere, qué se espera de
nosotros, cuántas personas se calcula que se contagiarán, cuántas de calcula que
entrarán en cuidados intensivos, cuántos de todos los contagiados perderán la vida
y conforme a un test de proporcionalidad, qué es lo que resulta adecuado para cada
caso concreto, qué es lo necesario y demás datos inteligentes que sirvan para que
todos aportemos los talentos que nos dio Dios, para la causa común y no emitir
disposiciones genéricas, dando pie a que cada quien haga lo que mejor le parezca,
y se dé una sensación de desorden -por lo que cada quien obra para su santo- sin
una dirección inteligente que ponga orden y así evitar se den situaciones, como la
del imbécil que atropelló y mató a un soldado en Puno porque no estaba conforme
con ese gran abuso de poder, que afecta a quienes no serán contagiados por el
Covid 19. 
c.1) En Lima se concentra la mayor cantidad de la población, por lo que no se
puede tratar igual a la población de Pisco, o Cangallo, que a la de Lima.  
c.2) No es lo mismo estar en Italia que en Paracas. En Paracas se vive en
viviendas  unifamiliares separadas unos 10 metros las unas de las otras, por lo que
no se puede engañar a la población imponiéndonos igual trato. Si el virus se
transmite de persona a persona y no sobrevive a más de un metro y medio de un
sujeto portador, ¿Cuál es la causa eficiente para que un ciudadano de Paracas, no
pueda gozar de un atardecer fresco y ventilado en la puerta de su casa, separada
10 metros de la del vecino? ¿No era razón suficiente prohibir el transporte
interprovincial con policías en las carreteras, para que no se propague el virus de
Lima a Provincias? ¿Da lo mismo controlar las amenazas de contagio, en un edificio
multifamiliar, que las oportunidades que tiene una vivienda unifamiliar en una
provincia establecida en las alturas de los Andes?  
c.3) El gobierno no está haciendo ningún labor de prevención, por lo que
constituye un abuso de poder declarar el Estado de Emergencia sin que haya
rastreabilidad y trazabilidad de cada caso detectado, con búsqueda de contactos
antes de los 15 días de la aparición de los síntomas y confinarlos a un aislamiento
riguroso, en lugar de confinar innecesariamente a casi 33 millones de peruanos sin
saber cuál es la ruta del crimen, o mejor dicho, del virus contagioso. 
c.4 El gobierno no hizo ninguna acción para tratar la enfermedad o vencer la
virulencia del agente contagioso. Pese a que tenemos medicinas alternativas, no se
tuvo conocimiento que se haya utilizado medicinas tradicionales, para sanar a los
enfermos y nos quedamos como tontos, paralizados por el terrorismo de Estado,
esperando que nos vendan las vacunas, que aún no existen y que no son
sanadoras, sin tomar en consideración que los virus se extinguen solos, entre 7 a
14 días, más o menos, como lo han demostrado las epidemias precedentes. 
c.4 No se tomaron previsiones para que los padres de niños alimentistas paguen
las pensiones de alimentos, invirtiendo la escala de valores, por lo que se calificaron
de irresponsables a los que no acataron el aislamiento total y responsables los
padres que acataron las medidas extremas, para no ir a pagar las pensiones a que
están obligados, sin pensar en que esa inmovilización condenó al hambre y 
desesperación al hijo, que jamás será paralizado en una cama de enfermo o muerto
por el virus. Tal vez eso fue lo que provocó una reacción en contra de la
inmovilización social por parte de niños y adolescentes afectados por el abuso del
poder, que los dejó sin pan. 
 Hasta hoy no sé cuál es la razón para que se paralice el Poder Judicial del Perú,
cuyo historial demuestra que sólo se ha paralizado una vez y por honor, eso fue
cuando Chile tomó Lima por asalto. ¿Por qué no se tomaron medidas de
emergencia, para que el aparato judicial funcione por tele sistema y los padres
pudieran entregar sus comprobantes de pago en cumplimiento de sus obligaciones
y que se archiven los casos de omisión de asistencia familiar de oficio contra los
procesados en casos que cumplieran con el pago de la obligación y la reparación
civil, por sustracción de la materia? Es obvio, porque un porcentaje de imbéciles
también han invadido ese poder del Estado y esperan que alguien les diga lo que
tienen que hacer, para evitar los abusos del derecho contra los alimentistas. 
c.5 Como no hubo planificación y cada quien hacía lo que le parecía mejor, para
que el sicosocial funcione, el militar hizo lo único que sabe hacer. “Perdonar la vida”
al indefenso, pero recordándole a la concha de su madre y darle media docena de
lapos tipo “Swing”, para que sepa quién manda en este país. 
Bien, hasta aquí la respuesta la pregunta ¿Qué has hecho? En relación con la
actitud de la gente ante la pandemia Covid 19. 
Como se aprecia al analizar los hechos, no se menciona la conducta de los
actores, ni tienen relevancia, tanto así que el pueblo aprobó la conducta del militar
y reprobó la conducta del civil maltratado, pero ninguno de los que emitieron opinión
estudió –ni siquiera mencionó- los hechos, demostrando cómo es que los imbéciles
se meten en lo que no les importa, como viejas chismosas o borrachos que se
entrometen en todo. 
Los hechos, analizados a la luz del derecho, nos muestra un pueblo sin
conciencia, una Eva sin Dios, que conversa con la serpiente y se deja sugestionar
por la sierpe para que haga lo que ella espera, y que obliga a Dios a
preguntar:¿Dónde estás? por lo que pasamos al cuarto punto del análisis, que es la
obligación de preguntar ¿Qué has hecho?:. 
“4° El militar violó los Derechos Humanos establecidos para todo el mundo por
la ONU, los Derechos Humanos proclamados por la OEA y el Pacto o Carta de San
José” para toda América. 
Hechos concretos: 
4.1 El civil arrojó objetos a los soldados. 
4.2 Ese hecho es un delito. 
4.3 La ley dice que toda persona que comete un delito tiene que ser sometida a 
un juicio con todas las garantías legales y no puede ser condenado o sancionado
sino por una sentencia por autoridad judicial nombrada por el Estado. 
4.4 El capitán del E.P, no acató la ley y obró por su cuenta. Es decir, no se
sometió ni a la Constitución ni a la Ley, sino que dio rienda suelta a sus instintos 
animales a mano salva y sobre seguro, porque estaba rodeado de su argolla que lo
protegía. Eso en términos jurídicos se llama abuso del derecho, violencia en
lenguaje femenino, cobardía en idioma varonil y salvajada en términos civiles y
políticos, y me avergüenza que el 95% de peruanos aplaudiera esa violación de los
derechos humanos, sin asco.  
Así queda registrado para la historia que el pensamiento kelseniano (que es el
motivo de mi ensayo, sobre iniciación en la filosofía del Derecho), es nocivo para el
Derecho y la justicia, y se demuestra el daño que la sugestión de una teoría
dogmática del Derecho puede causar a la sociedad y a la civilización, y peor aún,
cuando la gente sugestionable cada vez que se le antoja, pide denunciar los
tratados internacionales que defienden la vida, la libertad y la seguridad, (ONU,
OEA, etc.) sin darse cuenta que con esa actitud, están favoreciendo a los violentos
que quieren facultades para imponer la pena de muerte sobre la población, de lo
que fluye que ese 30% de imbéciles, incapacitado para responder la pregunta
divina: ¿Dónde estás? ni siquiera tiene capacidad  mental, para darse cuenta que
pretende destruir la única herramienta eficiente, que los protege contra los excesos
de un Estado policiaco o antidemocrático
9
, repitiendo hoy, lo que antes hicieron
Datán, Coré y Abirón, quienes clamaban por volver a Egipto, donde vivían felices
en su condición de esclavos, como quería Faraón y no libres, como Dios nos creó. 
4.5 El capitán EP Cueva, no es padre ni familiar del imbécil, que faltó a su
obligación de respetar la orden gubernamental que nos confinó en detención
domiciliaria. El capitán Cueva se erigió en dios, pero omitió que ese imbécil también
es creatura de Dios. Y si es creatura de Dios, entonces no tiene otro dueño más que
Dios. ¿De dónde sacó su derecho ese capitán del Ejército, para maltratar a la
creatura de Dios sin autorización de su dueño? ¿Ser soldado del ejército lo convierte
en Satanás para disputarle a Dios la manera como se debe instruir a esa creatura
que Dios ha creado para su deleite? ¿Qué poder le ha concedido el Estado fuerte
(dogmático) al capitán del E.P. Cueva para decirle a la creatura que Dios le ha dado
un soplo de vida: “te perdono la vida, concha de tu madre?   
4.6 El capitán EP Cueva, faltó a sus deberes de función. Cometió un delito, pues
la acción legal consiste en detener al desordenado, entregarlo al Ministerio Público
y que éste cumpla con sus deberes, denunciándolo ante el Poder Judicial, pero,
¡Qué pena!, El gobierno paralizó ambas instituciones y no hay dónde hacer justicia,
con el agravante razonable: Si protegemos a la población mediante un aislamiento
social obligatorio, sería una paradoja que el mismo que impuso el aislamiento,
confine en una comisaría a un porcentaje de la población a la que dice proteger.
Peor aún, no puede meter a una persona contagiada en un penal, para barrer con
el virus a todos los reos. Este pequeño detalle demuestra la falta de planificación
del Estado, para atender la pandemia y el daño a la sociedad que cometen los
imbéciles, cuando se meten en lo que no saben. Si no se ordena al país, a través
de un sistema jurídico correcto, es una estupidez tratar de ordenarlo aleatoriamente,
como si estuviéramos jugando a la “Tinka”, a ver si se tiene suerte y se atina al 
                                            
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 El Estado policíaco, es tema que trato en otro ensayo, sobre iniciación filosófica. 
premio mayor. Con esto dejo a los iniciados en filosofía del Derecho, que el Derecho
es una ciencia y no un juego. 
Dios ha provisto a cada una de sus creaturas de un talento. Ese talento, cada
uno debe ponerlo al servicio de los demás –del prójimo- para que el conjunto social
disfrute de la comunidad de talentos en lo que constituye el bien común. Uno para
todos y todos para cada uno. Así la sociedad puede desarrollarse y ser como Dios.
Nada nos es imposible.  
Pero sucede que hay gente que esconde sus talentos. Tiene miedo aportarlos
para el servicio de los demás y no los exhibe. Que nadie se entere que los tiene.
¿Dijimos que una de las características del imbécil es la de apartarse de los demás?  
Otros, mejor dotados, exhiben sus talentos y los ponen al servicio de los demás
y así se sienten útiles y pueden responder con fruición a la pregunta divina:¿Qué
has hecho? 
Del aporte de los talentos de los más aptos, para el disfrute de todos, se forma
el bien común, del cual cualquier persona puede adquirir lo que necesita para
satisfacer sus necesidades y así se forma un grupo social cohesionado, donde es
posible la vida de cada persona y el desarrollo de la civilización. 
Consecuente con lo que hemos afirmado antes, los imbéciles tienen problemas
cognitivos y no entienden lo que pasa en su entorno, no pueden responder a la
pregunta edénica ¿Dónde estás? por lo que se requiere un trato especial para
hacerles entender las circunstancias inmediatas, a fin que puedan desarrollarse en
el seno de la sociedad. Necesitan de nuestro aporte para ello. Dios, que es más
sabio que todos nosotros juntos, tiene paciencia y dedicación para enseñarles, que
él los ha creado y que los ama, por lo que el talento que cada uno tiene,
progresivamente los van entregando al seno de la sociedad. El talento del músico,
por ejemplo, sirve para distracción del grupo social en su tiempo de ocio. O  del
cantante, como tantas personas que no sabe hacer otra cosa, pero su talento está
ahí, presto para los demás, que gozamos su arte personalísimo. Un músico
talentoso, sabe cuánta paciencia y esmero se necesita para enseñar a tocar un
instrumento a un desubicado mental, pero no es tarea imposible. Enseñemos a la
gente desubicada, con mucha paciencia, a ubicarse dentro del orden social Para
eso sirve la filosofía del Derecho.) 
El problema se presenta cuando un imbécil se mete en aquello para lo cual no
tiene talento. Cuando se cree apto para hacer aquello para lo cual no tiene
capacidad, porque tiene “habilidades diferentes” y pese a ello lo hace. Por ejemplo,
el que tiene talento para pinche de cocina, pero se mete en trabajos de albañilería,
porque al haber logrado una habilidad, se cree que tiene capacidad para desarrollar
“mil oficios”. Consecuencia: el que lo contrató se perjudica con un trabajo mal hecho.
El “mil oficios” resultó ser dañino, porque malogra la obra, el utensilio, o hiere a
alguien, con la herramienta. 
El imbécil resulta inepto para todo, menos para el talento que Dios le dio, pero
como carece de cognición, se cree apto para todo y se entromete en todo. (Es un
cretino) y como todo lo cree, miente. La mentira es un atributo de su personalidad,
por lo que los incas lo reprimían con leyes drásticas, pues le mienten al Inca y lloran 
como si en verdad sintieran dolor, (lloran sin lágrimas) le mienten al cacique, le
mienten a su pareja, a sus hijos. No hay nadie a quien no pretendan engañar. Saben
que si tienen suerte, encontrarán otro cretino que crea en sus mentiras. Viven
disfrutando de  la mentira en el ambiente donde es más fácil de asimilar, donde no
se exige ningún esfuerzo mental para creerla y a lo cual todos prestan atención: El
chisme. Si todo imbécil es mentiroso, no existe ninguno, que no sea chismoso. 
Reciben y reparten chismes de todas las personas y creen que eso es gracioso,
tampoco repara en el daño que ocasiona con sus chismes y revueltos, que fomentan
el caos social. Debido a que muchos fiscales y jueces son cretinos, hay mucha gente
inocente, condenada a pena privativa de libertad de varios años, debido a chismes,
sin que exista pruebas objetivas de un hecho concreto, que lesiones el orden social
y menos el orden público
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En el mes de julio de 2020, se hizo viral la información de un imbécil que 
anunciaba la aparición del Covid 20 y los cretinos repartieron el chisme, sin poner
en tela de juicio la fuente de información. En realidad ese imbécil sembró el pánico,
que fue rápidamente controlado por los medios de comunicación que mostraron al
sujeto tal como era. 
El imbécil tiene como característica, que es entrometido, que no conoce sus
propias limitaciones, igualmente, ocasionan el caos social, porque participa en
elecciones legislativas, sin saber qué es la ley, qué es el Derecho, qué es la justicia,
qué es el orden público, qué es el orden social, qué es la política, etc., y muchos
son elegidos congresistas por lo que tenemos leyes injustas y derecho torcido y
retorcido, que ha convertido el país en una pocilga donde se refocilan todos, sin más
horizonte que la plata. 
Como el imbécil no distingue el bien del mal, cuando uno de estos llega a ser
congresista o áulico del gobernante de turno, recomienda para que trabajen en la
administración pública algunos imbéciles de su entorno, los cuales -por su
incapacidad cognitiva- terminan por ser rémora en el desarrollo del Estado y sumen
al país en el retraso o en la miseria, porque están sugestionados por el demonio,
que les hace suponer que los robos que hacen o que provocan en perjuicio del erario
nacional, son inocuos. 
Y tal como hemos comprobado, los oficiales EP, como el capitán Cueva, llegan
a ser generales, con posibilidades de dar un golpe de Estado, y llegar a ser los
sumos gobernantes de un país, con poder sobre vidas y haciendas, para quienes
no existe más derecho que su voluntad, ni más justicia que sus caprichos. Entre los
hebreos a ésta gente -como pasó con Coré, Datán y Abirón- se les envió vivos al
infierno, para que acompañen a la serpiente, que los sugestionó, para que se
rebelen contra la voluntad de Dios y repartan chismes contra Moisés. 
Pero no se crea que el iusnaturalismo moderno pretenda que se condene a
muerte a los imbéciles. El iusnaturalismo pretende que exista un orden global, en
que cada uno aporte al bien común para que el hombre viva y no para que muera, 
                                            
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 En otro ensayo de iniciación en filosofía del Derecho, trato sobre el orden social y el orden
público. 
y que es lo que sucede cuando uno abusa del derecho, aprovechándose para sí, lo
que es para todos. En Perú tenemos como ejemplo la minería ilegal, la tala de
árboles y el crimen contra la reserva de Paracas, estableciéndose como zona
industrial pesada, con almacenes para metales peligrosos. 
El imbécil es creado y amado por Dios, está ahí con un talento determinado para
aportarlo para el bien común. Para la doctrina de Derecho natural, ni sobra, ni falta.
Está en el momento y espacio adecuado para hacer lo que tiene que hacer, por lo
que su Creador y la humanidad los respetamos como persona humana por su
dignidad inmanente de ser creado y amado por Dios. Algo tiene que sirve para el
bien común, pero como vive dentro del mundo de las apariencias que ha creado el
gran embaucador satanás, también obra sugestionado por los demás y se mete a
grandes pasos en donde los sabios tienen temor de ingresar, por lo que yerra en
todo aquello que hace y que no es de su incumbencia -como se equivocó el sujeto
que tiró objetos a los soldados que cuidan el cumplimiento del estado de emergencia
y como erró ese miliciano que se arrogó para sí el rol histórico de policía, fiscal, juez
y verdugo, para abofetear (y no detener) al delincuente- Ambos han cometido
errores y su accionar debe ser juzgado con criterio, por un juez competente e
imparcial, con todas las garantías para su defensa.  
He ahí la diferencia entre lo que defiende el iusnaturalismo, con el dogmatismo
jurídico que propugna la teoría “pura” de Kelsen, que ha creado un derecho sin
derecho, y una justicia sin justicia
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, que depende solo y exclusivamente de la ley
positiva, creada por los hombres y por tanto muy falible, pero que resulta óptima
para servir a los intereses de los sugestionados por el demonio, para vivir de las
apariencias –en este caso las apariencias del derecho- para mantener en este
mundo un Estado fuerte que persigue la conducta de la persona humana, en lugar
de respetar a cada persona humana (incluida su conducta) y el respeto de su
dignidad como fin supremo de la sociedad y del Estado, como enseña la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, y que refleja la raíz  y savia del iusnaturalismo,
en su realidad, con todas sus formas y sin sugestiones diabólicas, que la deformen.   
La íter críminis del pecado tiene como corolario el capítulo 3 del Génesis
versículo 14 “Entonces Yavé Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas 
entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre
y comerás tierra por todos los días de tu vida. 15 Haré que haya enemistad entre ti y la
mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza mientras tú herirás su talón.» 
Muchos entenderán que esas palabras son una maldición fatal, por lo que no
tenemos esperanza y “comamos y bebamos, que mañana moriremos”, pero no es
así, la maldición se lanzó contra la serpiente y no contra el hombre. Está ínsita en
ella la promesa de restauración de la alianza con Dios, “Ella te pisará la cabeza,
mientras tú herirás su talón”. Una pisada en la cabeza de la serpiente, la inutiliza o
la mata. Una mordedura de serpiente en el talón de la mujer, a lo mucho le causará
dolor, pero no la muerte. Ahí el peso de la promesa de Dios, la Iglesia de Cristo será
quien derrote y humille a Satanás, mientras el asesinato de Cristo, no pasó de un 
                                            
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 En otro ensayo de iniciación filosófica del Derecho, se trata en extenso la crítica de la “Teoría
Pura del Derecho” 
dolor en el alma de Eva, pero no mató  ni a María, su madre, ni a la Iglesia que creó.
Así, tenemos la evidencia que, los gobernantes de estos tiempos tampoco han
podido destruir, con sus decisiones malévolas, de impedir  la fe de nuestro pueblo
en Dios, prohibiendo que los creyentes salgan de su domicilio los días domingos, ni
permitir que se hagan manifestaciones o reuniones religiosas. 
 Dios, a la mujer le dijo: «Multiplicaré tus sufrimientos en los embarazos y darás a luz a
tus hijos con dolor. Siempre te hará falta un hombre, y él te dominará. Al hombre le dijo:
«Por haber escuchado a tu mujer y haber comido del árbol del que Yo te había prohibido
comer, maldita sea la tierra por tu causa. Con fatiga sacarás de ella el alimento por todos
los días de tu vida. Espinas y cardos te dará, mientras le pides las hortalizas que comes.
Con el sudor de tu frente comerás tu pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste
sacado. Porque eres polvo y al polvo volverás.» 
Ahí, justamente ahí, es cuando se manifiesta el poder de Dios y su decisión de
poner a prueba a la humanidad. Sabemos por experiencia que Cristo vino al mundo
para testimoniar su fe, hasta soportar la muerte con dolor, por amor a Dios y por
amor a las criaturas de Dios. Si una madre, no quiere soportar el sufrimiento del
embarazo, no es digna de Dios, por eso a toda mujer que toma anticonceptivos o
aborta, todos sus proyectos se frustran y terminan por dejarse sugestionar por
Satanás, terminando por vivir un mundo de apariencias, y a su vez, sugestionando
a otros para que crean que las apariencias sugeridas, son la realidad. 
Igual, si el varón no asume su rol y suda la gota gorda para satisfacer las
necesidades de su mujer y sus hijos, entonces todos sus planes fracasan, y no le
queda más futuro que la muerte, volver a ser polvo, sin ningún valor, sin ningún
recuerdo, sin haber trascendido en la sociedad. 
En resumen. El iniciado en filosofía del Derecho, tiene que tener presente esas
dos preguntas que Dios hizo en el Edén. ¿Dónde estás? y ¿Qué has hecho? 
Para responder  la primera pregunta, tienes que ubicarte. Siéntate en un lugar
cómodo y hazte la pregunta. Luego que sabes dónde estás, has la misma pregunta
a todos los que has comprometido en la materia de análisis. Una vez que encuentres
las respuestas, concluye con la segunda pregunta divina: ¿Qué has hecho? 
De esta forma caminarás por el camino de la filosofía del derecho, sin desviarte
ni a la izquierda, ni a la derecha. 
Corolario. Si una persona estudió para ingeniero en la rama que sea, tiene título
de ingeniero y decide enfrentarse a una epidemia, tiene que responder a la primera
pregunta ¿Dónde estás? Esa persona puede creerse lo que sea, pero  para los
demás, está escondido entre los árboles del Edén, no vale nada para ese tema.
Necesita ayuda. ¿A quién se la pide? Está ubicado entre la pérfida Serpiente y el
todopoderoso Dios. Lo justo es que llame al mejor, entonces tiene que llamar a los
epidemiólogos para que solucionen el problema. Si pretende ubicarte por encima
de los médicos epidemiólogos y dirigir las acciones contra esa epidemia, está
robándote las llaves y conduciendo un ómnibus lleno de médicos, como un
adolescente que jamás recibió una instrucción al respecto. Es un zapatero que se
metió a criticar la obra de arte de un pintor, como Rafael. Es un malvado que no 
entiende nada de moral y se zampa a grandes trancos donde los sabios no se
atreven ni siquiera pisar el dintel de sus puertas..  
Entonces, al responder a la segunda pregunta ¿Qué has hecho? Si eres
ingeniero y asumiste que podías controlar una epidemia, de personas así, está
escrito en Proverbios 28:26 “El que sólo cree en su parecer es un imbécil, el que
actúa con sabiduría saldrá adelante.” 
Ahí la importancia de la filosofía del Derecho. Enseña que el Derecho es un
orden y ese orden tenemos que mantenerlo todos. Meterse en lo que uno no sabe,
es crear el desorden, lo que implica que cada persona que pertenece a un orden
social, está en la obligación de responder por el orden público y hacerse
responsable de dos preguntas que nos ha enseñado Dios, desde el principio.  
Es la pregunta con la que interpelo cada caso que se me pone para su solución
y que luego la traslado al policía que se entromete en una investigación que debe
realizar el fiscal. Luego la traslado al fiscal que está obligado a investigar y termino
por interpelar al juez que debe juzgar: ¿Dónde estás? Cuando les interpelo con la
segunda pregunta, al término de mi estudio: ¿Qué has hecho? Tengo que aplicarles
lo que está escrito en Proverbios 28:26 ¡Aplicó su propio parecer! No utilizó su
cerebro para interpretar y razonar jurídicamente en cada caso concreto. ¡Es un
imbécil! Tan imbécil que ni siquiera se da cuenta que lo es. 

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